Sobre los efectos negativos de la manipulación del mercurio son muchos los llamados de atención que se han hecho, tanto por parte de las autoridades ambientales como de las autoridades sanitarias. En estas líneas, particularmente, hemos advertido sobre el detrimento ambiental que conlleva el uso de ese material, que es marca registrada de quienes extraen ilícitamente el oro, aunque también lo utilizan los llamados mineros artesanales. Y si bien la contaminación de los ríos es un eslabón en la larga lista de males que causan los ilegales, junto con la deforestación o el desplazamiento de comunidades, la alerta pasa a ser ahora de salud pública por la contaminación del aire que afecta directamente tanto a quienes lo manipulan como a quienes viven cerca de las zonas de explotación, sin ninguna discriminación.

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La entrevista publicada en elmundo.com al ingeniero de la Universidad de Columbia Británica, Marcello Veiga, en la que reveló que el aire de Segovia “es el más contaminado del mundo” con 10.000 nanogramas de mercurio por metro cúbico cuando lo “normal”, según la Organización Mundial de la Salud, con dos nanogramas por metro cúbico, debe servir para que las autoridades intensifiquen el control sobre el uso del material, pues sus efectos sobre la salud, además de irreversibles, pueden ser padecidos incluso por generaciones futuras.

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Aunque Antioquia ha firmado pactos, expedido normas, diseñado políticas y adelantado planes de formación para la sustitución del uso del mercurio, y aunque los resultados de tales acciones tal vez no puedan medirse en el corto plazo, las acciones, como lo dijo el ingeniero Veiga, deben pasar ahora al terreno policial, pues la ciencia ya hizo su parte de informar con claridad sobre el alcance de los efectos nocivos.

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Insistimos en que no puede haber más paternalismo para enfrentar este problema con el pretexto de la generación de empleo, pues el trabajo que genera la minería no formalizada no cubre ni los riesgos ni la salud de quienes lo ejercen sino que, por el contrario, estas personas se exponen a amenazas críticas.

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Es claro que el mayor porcentaje de mercurio no llega a Colombia por vías legales sino de contrabando y también lo es que quienes han implementado los planes de sustitución y eliminación de su uso no son los actores ilegales sino los formales, de manera que el uso del metal está restringido a la ilegalidad que ni forma acuerdos ni reporta el uso, sino que, por el contrario, en la búsqueda de la mayor eficiencia posible para extraer el oro, ha llegado incluso a combinar el mercurio con el cianuro, mezcla letal para la vida en los afluentes.