El miedo a los otros

Autor: Omaira Martínez Cardona
18 octubre de 2017 - 12:08 AM

Más que barreras idiomáticas, raciales e ideológicas, lo que realmente está ampliando la brecha entre las culturas es el miedo a los otros

Más que un derecho, resistirse es una reacción natural en las personas frente a muchas situaciones como el cambio que es una de las experiencias que más temores produce. El miedo al cambio es uno de los más fuertes e incontenibles en los seres humanos.

Esa constante sensación de incertidumbre que produce el no saber qué pasará, que vendrá. Basta hacer el ejercicio de cerrar los ojos e imaginarse parado al pie de un abismo sin fin. La sensación es abrumadora.

Aunque el cambio es natural en todo proceso de evolución, la tendencia natural de las personas es resistirse porque es el camino más fácil y confortable; mientras que adaptarse implica un nuevo comienzo casi siempre lleno de posibilidades pero también de tropiezos impredecibles frente a los que muchos no tienen la capacidad de controlar y superar.

Tal vez una de las peores resistencias que hay es la que produce el otro, la de adaptarse a los demás y a las distintas maneras de relacionarse con los otros en diversos entornos. La tendencia es atacar al otro que aliarse a él. El miedo al otro produce unos actos de resistencia incomprensibles desde cualquier perspectiva. La xenofobia, la polarización, los genocidios y tantas manifestaciones de discriminación y exclusión son evidencia de que la humanidad ha perdido el sentido de su existencia que es el de adaptarse a las circunstancias de su evolución y convivir en un universo diverso en el que una opción de supervivencia es la inclusión y la aceptación a lo distinto, lo nuevo y a lo desconocido en las condiciones en las que llegue.

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La sensación de sentirse rechazado, burlado o ignorado por ser el otro que llega a compartir un entorno es agobiante y puede desmotivar hasta al más optimista. Más que barreras idiomáticas, raciales e ideológicas, lo que realmente está ampliando la brecha entre las culturas es el miedo a los otros. El apego al control de lo confortable, de lo fácil y conocido así no sea lo mejor, es lo que está cerrando la capacidad de entendimiento y convivencia.

El miedo a las emociones que puede generar la relación con los otros es lo que está aumentando la pobreza de espíritu y la falta de pacificación.

Un proverbio oriental dice que no se debe temer ni hacer resistencia al cambio porque el verdadero temor debería ser el de quedarse inmóvil. Es precisamente esa inmovilidad la que caracteriza algunas sociedades y culturas actuales que prefieren contener y resistirse que intentar adaptarse.

Casos como los recientes hechos violentos en Las Vegas Estados Unidos, la suspensión de la declaración de independencia de Cataluña de España y la reciente farsa de las elecciones regionales en Venezuela, son un ejemplo de que ya no nos aguantamos ni cabemos todos en el infinito universo.

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Ya no hace falta ser extranjero en otro país porque hay quienes se sienten foráneos en su propia tierra, en su comunidad o en su barrio.

Charles Darwin, el padre de la teoría de la evolución pronosticó que no serían las especies más fuertes y las más inteligentes las que sobrevivirían, sino las que mejor se adaptaran al cambio. Con todo lo que está ocurriendo en la actualidad, al parecer la especie humana no está entre las que sobrevivirá por mucho tiempo a los cambios de su propia evolución y naturaleza.

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