El tema de contaminación por fuentes sonoras es uno de los enemigos silenciosos de la ciudad. Los expertos dicen que causa implicaciones en materia de salud en una escala similar a los problemas del aire.
La alta densidad poblacional que presenta Medellín se representa en más personas, más vehículos y más construcciones, lo que además de generar mayores impactos en el tema de calidad del aire y basuras, también representa una alta consecuencia para el tema del ruido.
Actualmente, en las zonas residenciales se permite la generación de ruido hasta 65 dB en horario diurno, y hasta 55 dB durante las noches. El tema es un poco más permisivo para los sectores comerciales donde el rango permitido aumenta hasta los 70 dB en el día y 60 dB en la noche, contrario a que lo sucede en zonas cercanas a hospitales donde la medida dicta que la generación de ruido es de 55 dB en el día y 50 dB en la noche.
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No obstante, según los reportes de las estaciones de medición del ruido del Amva, durante 2017 se presentó un promedio de 75.4 dB durante el día y 73.2 dB en las noches, hecho que preocupa a las autoridades al sobrepasar los niveles normativos dictados por la Organización Mundial de la Salud.
De acuerdo a la OMS, el ruido es una amenaza invisible que se presenta de dos formas: la primera es el ruido ambiente que proviene de la actividad propia de la ciudad, mientras que la segunda se le atribuye al que emiten agentes puntuales como establecimientos de comercio.
Estudios demuestran una relación directa entre el exceso de ruido y el aumento de enfermedades. Incluso, después de la contaminación atmosférica, la acústica es la segunda causa de origen ambiental que provoca más alteraciones en la salud.
En Medellín, de acuerdo con los mapas de ruido, se identificó como zonas con altos niveles de ruido las principales vías de la ciudad y que presentan niveles importantes de congestión, tales como la autopista, la calle 33, San Juan, la avenida Oriental, la avenida 80, Colombia, la avenida Las Vegas, la avenida El Poblado, donde en las horas pico generan una mayor cantidad de ruido.
De la misma forma, las zonas de mayor comercio y ocio como el Centro de la ciudad (parque Botero, Carabobo, Junín), La playa, parque Lleras, La 33, La 70, Laureles (avenida El Jardín), Castilla, Aranjuez y Las Palmas registran grandes niveles de contaminación acústica.
Precisamente, para controlar estas zonas de ruido concentrado, la Secretaría de Seguridad y Convivencia, acompañada de la Policía Nacional y el Amva, adelantan las labores de monitoreo a establecimientos comerciales.
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Lina Calle, subsecretaria de Gobierno Local de Medellín, manifestó que desde julio de 2017 hasta abril de 2018 se realizaron 132 mediciones de ruido a negocios con venta y consumo de licor.
“De ellas 92 sobrepasaron los niveles permitidos y se les aplicaron suspensiones de la actividad por periodos de tres a diez días. En 26 de estas visitas no se pudo determinar el nivel de emisiones y 14 de ellos tuvieron dificultades para la medición por lluvia o sabotaje”, acotó la funcionaria.
Las mediciones son realizadas los fines de semana por una comisión conformada por un equipo del Laboratorio Giga de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, la Policía Metropolitana y un grupo de la Secretaría de Seguridad y Convivencia “Convive la Noche” de la Alcaldía de Medellín, con base en la Resolución 627 del 7 de abril de 2006 que regula el ruido.
David Aguiar Gil, ingeniero sanitario y profesor de la Escuela Ambiental de la U.de.A, comentó que los procedimientos se realizan con unos equipos llamados Sonómetros, que son usados para medir los niveles de presión sonora, en un determinado lugar y un determinado momento.
En el caso de los establecimientos, se realiza la medición a 1.5 metros de la entrada al mismo y se verifica con las autoridades que no se alteren las fuentes de sonido del lugar. La inspección tarda media hora y con base en los resultados se toman las determinaciones.
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De la misma forma, existen planes para atacar la contaminación acústica como el Plan de prevención y descontaminación por ruido, el cual plantea la necesidad de desarrollar acciones tendientes a proteger la salud de la población y prevenir y controlar la contaminación acústica.
Dichas estrategias se enfocan en la sensibilización y generación de conocimiento a la comunidad en los impactos generados por la problemática de ruido, la Gestión del sector industria, comercio y servicios, Gestión urbana y del transporte e Investigación y desarrollo ambiental.
El ruido tiene efectos en la salud tanto psicológicos como físicos, pero que dependen de su intensidad y tiempo de exposición. Entre ellos se destacan: la falta de atención, pérdida de eficacia en el trabajo, fatiga, irritabilidad, ansiedad, agresividad e intolerancia, trastornos de sueño, memoria y reflejos, aumento de presión arterial y ritmo cardiaco, y trastornos de audición.