Un agitado 2018 por las elecciones legislativas y presidenciales, le dará paso e impactaría en el 2019 la disputa electoral por el manejo de departamentos y municipios.
Las elecciones nacionales de este 2018 dejaron grandes lecciones y lesiones que se reflejarán en la temporada territorial electoral de 2019, donde estará en juego el poder en departamentos y municipios.
Tras el epílogo promediando este año de los comicios legislativos y presidenciales, comenzó lentamente en el segundo semestre la campaña electoral para la renovación del mando en gobernaciones, alcaldías y en las corporaciones políticas regionales y municipales, como son las Asambleas y los Concejos, además de la organización partidista de base en las comunas, que se materializa con el trabajo de los ediles de las Juntas Administradoras Locales, las JAL.
Y la lucha democrática en el ámbito territorial despierta tantos intereses por el manejo de lo público, que a punto de concluir este año y para el caso de Antioquia ya existe una generosa fila de aspirantes, sobre todo para la Alcaldía de Medellín, considerada un premio gordo en la lotería electoral de la política parroquial.
El año electoral ya comenzó a correr luego que la Organización Electoral expidiera el calendario electoral y despegara el pasado 27 de octubre el proceso de inscripción de cédulas, al tiempo que en esa misma fecha comenzó a regir las principales inhabilidades a un año de los comicios.
Los resultados electorales de los comicios legislativos y presidenciales configuraron un nuevo mapa político nacional, que seguramente, pero no siempre y tampoco necesariamente, tendría repercusiones en las urnas de las regiones.
Uno de los hechos políticos del 2018 fue el triunfo electoral nacional del uribismo con su partido Centro Democrático en el Senado y en la recuperación del poder presidencial con el hasta hace cuatro años desconocido exsenador Iván Duque Márquez, de sangre antioqueña, pero bogotanizado en sus costumbres.
Diez millones de colombianos le dieron el triunfo, pero otra gran novedad fue el avance en votación de la izquierda y de la inconformidad, que con ocho millones puso a temblar a la tradición y derecha colombiana, que va a ajustar 200 años al frente del timón nacional.
Paralelo a estos dos acontecimientos se produjo el ya muy evidente retroceso de los partidos legendarios Liberal y Conservador, lo que confirmó aún más que el bipartisdismo ya es historia y sobre todo a partir de la Constitución de 1991. Al menos los rojos liberales pudieron sacar pecho al obtener el mayor número de curules en la regional Cámara de Representantes.
Aunque sobrevivieron, los partidos Cambio Radical y la U también sintieron el cimbronazo de los cambios en las tendencias del electorado nacional, mientras que los centristas y semi-izquierdos verdes y algunos religiosos e étnicos demuestran la pluralidad política que cada vez más impera en Colombia, todo esto matizado con la por ahora muy frágil presencia de las Farc en el Legislativo.
Con ese panorama nacional, Colombia se apresta a concluir un 2018 muy político y seguir derecho en campaña electoral, pero esta vez para empalmar con la disputa democrática para la elección de sus autoridades civiles en departamentos y municipios.
En el caso concreto de Antioquia, este territorio con sus aportes en las urnas, volvió a ser fundamental en la votación nacional y contribuyó con casi 1.9 millones de votos al triunfo del uribista Iván Duque sobre el izquierdista Gustavo Petro.
Y aunque el uribismo por sus guarismos en el 2018 parte como favorito para intentar ganar la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, aún esos cargos no los tiene asegurados, porque contrario a lo nacional, en lo territorial esas posiciones le han sido esquivas.
Ni cuando fue presidente durante ocho años, ni cuando fue el jefe del partido de la U y ahora con el Centro Democrático ha podido con sus propios candidatos dirigir al departamento y a su capital.
Pero en el 2019 lo volverá a intentar y para ello está tratando de formalizar una serie de coaliciones y básicamente con su socio político en las faenas electorales, el Partido Conservador, aunque no se descarta que otras fuerzas políticas con votos en esta región, acompañen esta vez a los candidatos del uribismo.
Para la Gobernación ya está en plena campaña por el CD el comunicador Andrés Guerra Hoyos, quien fue el segundo en votos en el 2015, al tiempo que por ahora le compiten el exgerente del Idea, Mauricio Tobón, quien anuncia una aspiración por firmas, el diputado Wilson Gómez y el abogado y emprendedor de negocios Rodolfo Correa. Pero seguramente con el año nuevo despuntarán otras aspiraciones.
El abanico de precandidatos más abundante se registra por los lados de la Alcaldía de Medellín y ya la prensa política registra las ganas de por lo menos casi 20 opciones.
Es así como figuran los nombres de Jesús Aníbal Echeverri, Carlos Alberto Zuluaga, Aura Marleny Arcila Giraldo, Fabio Humberto Rivera, Luz María Múnera, Nataly Vélez, Jaime Mejía, Alfredo Ramos Maya, Luis Bernardo Vélez, Santiago Jaramillo, Juan David Valderrama, José Nicolás Alfonso Duque Ossa, Jorge Humberto Melguizo, Daniel Quintero Calle, César Hernández, Juan Carlos Vélez, Luis Miguel Úsuga, Jaime Cuartas, Santiago Gómez y otro grupo de polistas.
Los fajardistas, agrupados en sus tendencias de Compromiso Ciudadano y el Partido Verde, que conservan aún un interesante caudal electoral y de posibilidades, están próximos a definir candidaturas.
Además se espera el guiño del Grupo Empresarial Antioqueño, que siempre juega sus cartas electorales, al tiempo que todo el mundo menciona el regreso del exgobernador y exalcalde Aníbal Gaviria, menos él.
Y mientras el gobernador Luis Pérez no ha señalado su heredero electoral, del movimiento Creemos del alcalde Federico Gutiérrez se insiste en su cercanía con el uribismo para construir una posible coalición que conserve una idea de manejar a Medellín.