Época de reflexión

Autor: Rodrigo Pareja
17 septiembre de 2019 - 12:01 AM

En la actualidad ya no son tantos ni tan frecuentes los enfrentamientos a sangre y fuego, pero las dos vertientes de opinión suficientemente consolidadas han creado un ambiente poco propicio para el trabajo conjunto.

Medellín

No pasa día sin que el país presencie el sustancial incremento de la tremenda polarización que desde hace varios años tiene divididos de manera fatal a los colombianos en dos bandos que parecen irreconciliables, al menos en el corto plazo.

Ni en las peores épocas cuanto tenían su apogeo los “chulavitas” y los “cachiporros”, se había visto una nación tan seriamente dividida, movida por el odio, la venganza y el rencor, sentimientos negativos alentados por quienes deberían ser los abanderados de la reconciliación y la unión entre hermanos.

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Situación de enfrentamiento mucho más peligrosa y nefasta que la de esos años de mediados del siglo pasado, cuando no se tenían los medios armamentísticos y tecnológicos que hay ahora, y el resentimiento era más manejable y menos extendido en todas las regiones.

Por esas calendas quiso también la Providencia que comenzara a anidar en el pecho de algunos colombianos patriotas un anhelo de reconciliación, no como los que ahora se hacen llamar así, quienes en ese momento pensaron más en el futuro y la unión que en sus propios intereses, y se diesen a la tarea de buscar entendimientos y detener la sangría.

Derramamiento de sangre que era evidente y diario, especialmente en la ruralía, donde no pasaba fecha sin que se registrara algún enfrentamiento personal, mientras las arengas de lado y lado político pululaban en las ciudades y acrecentaban el odio.

Se dio entonces la consolidación del llamado Frente Nacional y el apaciguamiento de los espíritus, pactado inicialmente con una duración de dieciséis años, lapso que resultó suficiente para encarrilar al país por otros senderos menos violentos y destructivos que los que venía recorriendo.

En la actualidad ya no son tantos ni tan frecuentes los enfrentamientos a sangre y fuego, pero las dos vertientes de opinión suficientemente consolidadas han creado un ambiente poco propicio para el trabajo conjunto que puede y debe realizarse pensando solo en el futuro de la nación por parte de todos los estamentos que tienen injerencia en la vida pública.

Los avances extraordinarios en materia tecnológica, tan necesarios e importantes en la mayoría de actividades han traído también para desgracia de los hombres y de las naciones, la posibilidad de difamar, calumniar y engrandecer, así sea falsamente, los errores tan comunes al ser humano y acrecentar el odio y el resentimiento.

Colombia no ha sido la excepción a esta circunstancia, y de hecho muchas de las dificultades y complicaciones que ahora se tienen, son debidas al uso abusivo e irresponsable de esta tecnología, cuando debiera ser todo lo contrario.

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Ojalá esta época preelectoral tan propicia para los ataques políticos, las recriminaciones y las ofensas personales, directas o indirectas, atrajera y motivara la reflexión de todos los líderes que se están jugando su futuro en gobernaciones, alcaldías y corporaciones, para dedicarse, en un gesto que los enaltecería, a superar enemistades y diferencias, pensando sólo en lo mejor para sus regiones.

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