Si el sentido de la evaluación es el aprendizaje, es importante retomar la pregunta fundamental de qué es aquello
que deberían aprender los estudiantes para llegar a ser los ciudadanos y seres humanos que necesita nuestra
sociedad.
Por: Luz Yesenia Moscoso Ramírez*
Cada vez es más común identificar en nuestro país noticias relacionadas con la participación y resultados de estudiantes en pruebas estandarizadas como las Pisa, Terce y Saber. Aunque los niveles de análisis frente al tema son aún en muchos casos superficiales, es claro que la importancia de la evaluación ha empezado a sonar de manera creciente en la opinión pública.
El pasado domingo 626.338 estudiantes de calendario A presentaron las pruebas de Estado Saber 11, otros 26.160 estudiantes de grado noveno y décimo hicieron lo propio en las pruebas Pre Saber y 9.619 personas realizaron pruebas de validación para obtener su título de bachiller académico.
Aunque en esta ocasión el foco estuvo puesto en la nueva tecnología aplicada para evitar fraudes, lo cierto es que los resultados de este tipo de pruebas son la base para repensar acciones que lleven al mejoramiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje por parte de las instituciones educativas, los gobiernos locales y el gobierno nacional más allá del corto plazo.
Independientemente de las posturas frente a la concepción de evaluación, la mayoría coincide en la importancia de contar con datos e información necesarios para mejorar los aprendizajes de niños, niñas y jóvenes. De ahí que resulte primordial extender el proceso de evaluación a otras fuentes y escenarios de participación con la comunidad educativa. Los resultados de las pruebas no pueden determinar por sí solos si una institución es “buena” o no. Al ser la educación un sistema dinámico vivo, requiere de reflexiones permanentes que incluyan una lectura del contexto en el que está inmersa la escuela, el objetivo y tipo proyecto educativo institucional que desarrolla, las fortalezas y debilidades en los procesos de enseñanza que la institución misma ha identificado y el diálogo continuo entre docente y estudiante y demás actores de la comunidad educativa.
Si el sentido de la evaluación es el aprendizaje, es importante retomar la pregunta fundamental de qué es aquello que deberían aprender los estudiantes para llegar a ser los ciudadanos y seres humanos que necesita nuestra sociedad. La integralidad de este ser humano no se ve del todo reflejada en las competencias evaluadas por este tipo de pruebas estandarizadas. Asuntos como el trabajo en equipo, la empatía, la resiliencia o la creatividad no son, por ejemplo, tan fáciles de medir fuera del contexto donde se desenvuelve el estudiante, pero son fundamentales en su formación.
Así pues, son los directivos, maestros y comunidad educativa quienes pueden orientar un proceso evaluativo hacia la mejora en la formación de sujetos activos, comprometidos con el logro de sociedades equitativas, que desarrollan las capacidades necesarias para ejercer y exigir sus derechos y los de los demás. Es importante que los resultados de la evaluación ayuden a orientar acciones que promuevan su desarrollo físico, emocional, social y cognitivo pleno, y que desarrollen una relación de respeto y cuidado consigo mismos, con los otros y con el planeta. Esto no se logra si no existe una visión más amplia sobre el uso de distintas fuentes que pueden ser protagonistas en la evaluación institucional.
Ahora que el Icfes viene brindando capacitación en la interpretación de los resultados de las pruebas Saber a docentes y directivos docentes, sería interesante sumar esfuerzos con las entidades territoriales y el Ministerio para lograr que esta formación incluya elementos emergentes de la dinámica escolar y se fortalezca la evaluación institucional de manera más sistémica. Esa es una de las tantas pruebas a la que nuestro desbarajustado y desarticulado sistema se tiene que enfrentar.
*Asesora en la línea de incidencia de la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.