Por primera vez en la historia, el cambio climático está obligando a recurrir a fuentes de energía menos eficientes y, por tanto, más costosas, como lo son la energía solar y la eólica.
Según el economista Paavo Järvensivu, de la finlandesa Unidad de Investigación BIOS, "El capitalismo tal como lo conocemos ha dependido de la energía barata, ese es el motor o el facilitador de este crecimiento que hemos visto en los últimos (..) 200 años, básicamente" (https://www.bbc.com/mundo/noticias-48096658). Esta energía la han suministrado, en su mayor parte el carbón y el petróleo (los denominados combustibles fósiles), causa principal del cambio climático que hoy amenaza los ecosistemas y nuestra misma vida.
Por primera vez en la historia, el cambio climático está obligando a recurrir a fuentes de energía menos eficientes y, por tanto, más costosas, como lo son la energía solar y la eólica. Para llegar a la meta de reducción de emisiones de CO2, compromiso del COP 21, se necesita un gran esfuerzo para cortar con la dependencia de los combustibles fósiles. Pero, como señala BIOS, la dimensión energética de la economía ha sido ignorada casi por completo en muchos países desarrollados, que siguen pensando que para desincentivar las emisiones de gases contaminantes basta con imponer modestos impuestos sobre el carbono, desconociendo que lo que está amenazado es el mismo sistema capitalista y que la solución ya no la puede dar el sólo mercado, pues lo que se requiere es que los estados nacionales adopten un rol más protagonista; otros, como el Gobierno Trump, simplemente niegan el cambio climático o no les importa, como ocurre con el de Bolsonaro en Brasil.
Gran parte del problema, según el informe BIOS, es que las teorías económicas dominantes hoy en día fueron desarrolladas en la era de la abundancia energética y, por lo tanto, tales teorías, así como los modelos relacionados, se basan en la presunción de un crecimiento sostenido del sistema. Como consecuencia, "dichas teorías y modelos son inadecuados para explicar el momento de agitación actual".
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“Cuatro pasos para reinventar el capitalismo", uno de los cursos más concurridos en la Universidad de Harvard, al que asisten presidentes de las más importantes corporaciones mundiales, empieza por afirmar que si se quiere salvar la democracia liberal es urgente reformar todo el sistema político, en un esfuerzo conjunto de los gobiernos y las empresas para reducir la desigualdad. A lo cual habría que agregar la necesidad, por parte de la sociedad, de adoptar una nueva cultura del consumo.
Para el caso de las empresas sigamos con el curso Harvard, cuando afirma que la desigualdad está creando inestabilidad política generalizada que socaba la democracia. Las empresas tienen una gran responsabilidad y compromiso con revertir la tendencia, para lo cual deben reinventarse implementando las siguientes acciones, aunque la última parecería que se refiere más bien a políticas estatales: 1. Invertir en valor compartido, que es aquel valor que aumenta la productividad de la empresa mejorando las condiciones sociales y ambientales del entorno. Esto potencia la fuerza de trabajo, así como aumenta la creatividad y la innovación. 2. Explorar cómo cooperar con el mejoramiento del entorno social. Si cada empresa en su campo trabaja en creación de valor compartido, ninguna estaría en desventaja. 3. Reestructurar los modelos financieros. Se requieren indicadores que registren los impactos de las operaciones de la empresa sobre los ecosistemas y el entorno social y 4. Resignificar la política económica y social. Se requiere un sistema que apoye el libre mercado, pero que lo haga de una manera regulada que priorice los intereses del consumidor y la protección de los ecosistemas. A lo que agregaríamos, que si lo que se quiere es conservar la vida humana, el objetivo ya no puede ser el crecimiento en abstracto del PIB.
Ahora la sociedad civil, los consumidores, estamos en mora de privilegiar la compra de aquellas mercancías producidas por empresas comprometidas con la conservación de los ecosistemas y con el cambio social. Pero sobre todo, entender que el cambio empieza por cada uno de nosotros.
En relación con la energía y hábitos de consumo hay que empezar por identificar tareas concretas, tales como la reconstrucción de nuestros sistemas energéticos y de transporte, tareas que competen a los gobiernos. Según BIOS, es necesario transformar las formas como se producen y consumen la energía, el transporte y los alimentos. El transporte en su mayoría deberá ser electrificado. Con respecto a los hábitos alimenticios, los productos lácteos y las carnes rojas deberían eliminarse y en gran medida reemplazarlos por dietas basadas en vegetales.
La energía del futuro dependerá exclusivamente de fuentes renovables cero emisiones de CO2, incluyendo las no convencionales, así denominadas las energías solar y eólica. Pero para llegar a esta meta hay que pasar por una etapa de transición, en la cual, de todas maneras, se requiere la energía fósil, sobre todo la del carbón que es el recurso no renovable más abundante y mejor distribuido en el planeta. Por otro aspecto, se requiere disponer de un sistema de almacenamiento de las energías solar, eólica e hidroeléctrica estacional, así llamada la que sólo se genera durante la temporada lluviosa, ninguna de las cuales garantiza, por ahora, firmeza al sistema eléctrico.
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En esta etapa de transición, como ya ocurre en varios centros de investigación, entre ellos la Facultad de Minas en Medellín, se está trabajando de manera intensa en procesos de combustión limpios para el carbón, mediante la captura del CO2. La captura de carbono es además una opción cierta para contribuir con la mitigación de los gases de efecto invernadero: la terminación de la Edad de Piedra, no significó la desaparición de las piedras.
Los sistemas de captura reducen hasta en un 80-90% las emisiones de CO2 procedentes de la combustión. Para las carboeléctricas la captura del CO2 podría llegar a incrementar los costos de generación entre 35 y 85%, dependiendo del diseño y operación de la planta. Esto representa, según Portal de Innovación y Ciencia-Revista XXV 2018, un incremento de los costos por kWh entre 0.01 y 0.03 US$ (https://innovacionyciencia.com/)
P.S. Los incendios masivos de la selva amazónica es el mayor ecocidio producido por políticas de gobiernos irresponsables, que por lo menos deberían ser condenados por la comunidad internacional.