La derrota electoral de Macron dificultará aún más su objetivo de restaurar la influencia de Francia en la Unión Europea, dominada por la Alemania de la canciller Merkel
Las elecciones para el Parlamento Europeo confirmaron el 26 de mayo el fracaso duradero de los partidos de izquierda y de extrema izquierda en Francia. La coalición de gobierno, constituida por La République en Marche y el partido centrista MoDem, quedó solo en segundo lugar, a pesar de la intensa imbricación personal del presidente Emmanuel Macron en la campaña. El primer puesto fue ocupado por el partido de derecha Rassemblement national, de Marina Le Pen, el cual obtuvo 23,5 % de los votos, frente al grupo LREM-MoDem, que obtuvo 22,5% de los votos. En consecuencia, Rassemblement national (Reunión Nacional) tendrá 22 escaños en el Parlamento Europeo y se convierte así en la mayor fuerza política de Francia. La coalición LREM-MoDem tendrá 21 escaños. LREM es el resultado de una convergencia de hecho entre secciones salidas del Partido Socialista y de la derecha gaullista, Les Républicains (ex UMP).
El Partido Socialista del expresidente François Hollande sigue en graves aprietos. Solo obtuvo 6,4% de los votos, mientras que el partido La France Insoumise, del extrotskista Juan-Luc Mélenchon, admirador de Hugo Chávez, y quien ya se veía como la tercera fuerza política del país, no alcanzó su meta: obtuvo no más de 6,3% de los sufragios. Tanto el PS como su rival LFI, tendrán, cada uno, 6 escaños. El nuevo dirigente del PS, Raphael Glucksmann, al ver esos resultados, se consoló con poco: dijo que al menos “la izquierda no está muerta”. Empero ese partido tenía un caudal de 39,2 % de los votos en 2011. El Partido Comunista Francés sí lo parece: obtuvo únicamente 2,5% de los votos y no tendrá un solo escaño en el Europarlamento.
El partido de la derecha gaullista, Les Républicains, que había llevado al poder a Nicolas Sarkozy en 2007, tampoco levantó cabeza y sigue siendo víctima de los odios que reinan entre sus caudillos: no obtuvo sino 8,2% y 7 escaños. Fue una derrota dolorosa pues ellos pensaban que bajo la dirección de Laurent Wauquiez, y la candidatura de un joven filósofo, François Bellamy, ocuparían el tercer puesto. No fue así. El tercer puesto fue ocupado por la formación Europa Ecologie-Les Verts (EELV), de Yannick Jadot, con un promedio que sorprendió a todo el mundo: 13,1% y 12 escaños.
La derrota electoral de Macron dificultará aún más su objetivo de restaurar la influencia de Francia en la Unión Europea, dominada por la Alemania de la canciller Merkel. Tampoco lo ayudará a seguir adelante con su programa de duras reformas sociales que dispararon, en noviembre pasado, la ola de manifestaciones y protestas de los chalecos amarillos que no han cesado hasta hoy. Mientras que, del lado opuesto, la formación de Marine Le Pen está más que nunca en posibilidad de jugar un papel dirigente, junto con la derecha italiana, y las otras fuerzas soberanistas, en la reconducción de las políticas centrales de la UE. A nivel nacional, el RN queda en capacidad de desafiar, en mejores condiciones que en 2017, la presidencia de la República en 2022. Marine Le Pen ha pedido a Macron que, en vista de su derrota de ayer, disuelva la Asamblea Nacional y convoque a elecciones legislativas.
En todo caso, la otra enseñanza de la votación de ayer es que, probablemente, el electorado ya no ve al partido de Marine Le Pen como una formación de “extrema derecha”. Si bien sus adversarios repiten tal calificativo infamante para impedir que el electorado salga del curioso bipartidismo derecha-izquierda, lo de ayer muestra que los electores lograron romper ese cerco de satanización y ven ahora al RN como una formación de derecha, en razón de los ajustes en la dirección y en el programa que Marine Le Pen ha sabido imponer en esa formación en los últimos años.