La última de abono 2018 fue una corrida de expectativa, con los tendidos bajos casi llenos, con una buena respuesta por parte de los aficionados al esfuerzo de Cormacarena.
En el coso taurino de la Macarena en la última corrida de la temporada 2018 con dos luminarias mundiales Enrique Ponce y El Juli, el colombiano Juan de Castilla tenía un gran reto y era no dejarse opacar por sus compañeros de lidia.
El antioqueño tuvo enfrente en su primer turno al mejor toro de los 6 corridos, demostró que tiene madera para desarrollar el arte de Cúchares, infortunadamente en la suerte de espada la faena llevada a cabo con la muleta se le vino al traste, oyó los tres avisos y el animal devuelto vivo a corrales. Pese al infortunio con el estoque los tendidos entendieron la voluntad y estética puesta para dominar al cornúpeta, obligando al de a pie a saludar a los aficionados tras una ovación cerrada de apoyo a Juan de Castilla.
En su último toro, Juan de Castilla arriesgo, bregó por ambos pitones tratando de rescatar algún asomo de toro bravo, animal que inició bien el recorrido en la capa, con una leve pica, pero que al final se rajó y mostró mansedumbre, mala calidad e intentando colarse en la carne del torero. El antioqueño cerró la corrida y la temporada con una estocada certera qué ameritó la petición de oreja por parte de los tendidos.
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Los españoles corrieron con una suerte desigual, sin materia prima que les permitiera lucirse como en otras tardes en la Macarena. A los experimentados espadas españoles en sus primeros turnos la suerte les huyó con la espada, alcanzándose a oír el aviso respectivo por la ineficacia en la suerte de matar.
La última de abono 2018 fue una corrida de expectativa, con los tendidos bajos casi llenos, con una buena respuesta por parte de los aficionados al esfuerzo de Cormacarena en la confección del cartel, que en el papel tenía los ribetes de ser apoteósica, pero los toros de Gutiérrez se tiraron “la batica de cuadros”. Animales más vacas que toros, mansos, carentes de nobleza y bravura, que si no fuera por reglamento la pica les hubiese sobrado. Igual que el color de sus astados, la tarde la vio negra el ganadero. Tal vez a él no le interese la plaza antioqueña, deja el ripio de la temporada para Medellín, exhibiendo sus mejores ejemplares en Manizales y Cali, y no es el la primera vez que la ganadería defrauda a la afición antioqueña.
Pero el lunar negro y peludo, completamente antituarino lo puso la presidencia de la plaza. Entraron al palco presidencial minutos antes de ser las 4 pm, hora pactada para iniciar la corrida, unos momentos antes de ser la hora en punto, se retiran del palco, esperan 10 minutos para volver a sus lugares, después que un personaje cuestionado de la vida política antioqueña ingresara a los tendidos, y algún sector de los tendidos le recibiera con aplausos, justamente después de ese show circense, se dignaron autorizar el inicio de la corrida.
Otra descachadita de los señores del palco presidencial fue el haberle otorgado una oreja a Enrique Ponce, quién con la capa y la muleta no mostró su calidad como torero, dejando de lado los naturales profundos, cometiendo el pecado de abrazar por ancas al toro cuando este se repetía en redondo, pero el colmo de los colmos fue darle el apéndice después de fallar con el estoque y haber descabellado.
Por lo tendidos, también hizo aparición un personaje de circo, que en cada toro le daba por tirar aleluyas. ¡Qué tan bajo hemos caído! Pasado de un espectáculo artístico a un coso pueblerino.
Además: La fuerza de los argumentos
Cormacarena debe entrar a prohibir esas expresiones, que aparte de ser grotescas incomodan a los demás aficionados.
En todo caso, felicitaciones a los empresarios por tratar de hacer una temporada digna para la categoría de la plaza de Medellín, pero que culpa tienen si la materia prima es de tercera categoría.