El anuncio suena paradójico en un momento en que la economía norteamericana crece, el desempleo es el más bajo en medio siglo y las utilidades corporativas sobrepasan las expectativas.
General Motors si bien es una de los mayores íconos de la industria automotriz, la nueva economía la ha obligado a replantear su ruta de negocios, así como la mezcla de productos. Estamos frente a un modelo que suministra servicios en lugar de la tradicional manufactura de cosas físicas. Vamos por partes: el anuncio de cerrar 5 plantas y despedir a cerca de 15.000 empleados es el resultado del progreso tecnológico permitiendo producir más bienes con menos mano de obra.
Como argumento principal, GM sostiene que recortando su nómina administrativa y de producción, le ahorrará anualmente 6.000 millones dólares a la vez que modifica su composición hacia modelos utilitarios y menor producción de automóviles. El anuncio suena paradójico en un momento en que la economía norteamericana crece, el desempleo es el más bajo en medio siglo y las utilidades corporativas sobrepasan las expectativas.
No obstante, la realidad muestra que las ventas de autos cayeron cerca de un millón de unidades en 2017 con unos compradores que prefieren los vehículos de mayor capacidad con los que GM quiere sacar provecho. Como muchos de sus competidores, la compañía busca incrementar la producción en plantas mexicanas a un menor costo. La movida hacia vehículos eléctricos en particular está llevando a cambios radicales en el tipo de plantas y de empleados que GM necesita. Asimismo, la aparición de nuevos jugadores como Tesla y Google ha alterado la estructura de producción con aplicaciones para compartir viajes y otras innovaciones.
La respuesta del presidente Trump no se hizo esperar amenazando con eliminar los subsidios que la compañía recibe por la producción de autos eléctricos. También quiere cobrarle la ayuda que Obama le brindo en 2010 cuando estuvo ad portas de la bancarrota. De un total de 50.000 millones en asistencia gubernamental, GM quedó debiendo 11.000 millones. Lo contrario hubiera sido catastrófico.
Trump olvida que la imposición de aranceles al acero y aluminio, 2 componentes esenciales en el proceso de manufactura, le va a costar a GM y Ford mil millones de dólares adicionales. La noticia bomba llega en un momento en que su discutida campaña América Primero toma singular protagonismo y termina siendo un golpe muy duro a su promesa de devolver empleos de manufactura a los Estados Unidos. Precisamente, los estados que van a sufrir con mayor impacto el cierre fueron los que hicieron posible la elección de Trump a la Presidencia.
Con la firma en Argentina del Acuerdo de Comercio de Norteamérica ( antes NAFTA), con la presencia de Enrique Peña Nieto de México en su último día de mandato y del Primer Ministro de Canadá Justin Trudeau, se estipulan requisitos sobre el origen de las partes utilizadas en el proceso de ensamble, complicando la cadena de suministro. Incluso, Trump está considerando la imposición de un 25 por ciento de arancel a los autos importados, lo que podría desencadenar en la desaparición de 600.000 empleos según el Consejo de Política Automotriz de los Estados Unidos.
Para el premio Nobel de Economía Paul Krugman y asiduo crítico de sus políticas, la ira de Trump por el cierre de las plantas es la evidencia a su falta de conocimiento de la economía, creyendo que con gritos y amenazas se puede manejar un país. “No se puede ser presidente de la misma forma que se maneja una empresa familiar”. Razón no le falta.