Mientras sus hermanos andaban parrandeando, en riñas de gallos y bebiendo aguardiente, él estaba trabajando y sobre todo de noche
Recuerdo siempre un artículo el célebre Eduardo Zuleta Ángel. El hijo de doña Pepa Ángel de Zuleta, para orgullo de todos. El artículo se llama La mal llamada oligarquía.
Explica muy bien el doctor Zuleta qué significa esa palabra y por qué entre nosotros está mal usada. Oligarquía es el gobierno de unos pocos. Y viene del griego Oligos = pocos y Arjé= gobierno.
Lejos estamos nosotros de eso. No creo sea regla que presidentes se enriquezcan, ni que ricos manden. Presidir y mandar son para los ilustrados.
Entre nosotros, como desconocemos su origen y su significado, la palabra oligarca se ha convertido en insulto. Por ejemplo, si a una se le vara su viejo, pero cuidado carro modelo siglo pasado, en plena carrera 10ª, le gritan “vieja bruta” u “oligarca”. ¡Y como pasan de largo sin ayudar, uno no tiene tiempo ni de sacar la cédula, ni de explicar que el bruto es Míster Ford y que, si uno fuera lo que aquí llaman Oligarca, tendría por lo menos un modelo 2.010 y quién se lo condujera! Pero nos estamos saliendo del tema...
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Habla el doctor Zuleta de personajes colombianos que se hicieron ricos e importantes a puro pulso, a punta de trabajo. Porque los antepasados de estos personajes no vinieron de España cuajados de dinero y de títulos. No fue así pues en tiempos de la colonia poco se oían mentar los apellidos que ahora suenan. O sea que esos hombres se hicieron en la República de Colombia. De mandadero de oficina a gran industrial, de celador a presidente, y de finquero a caficultor o de campesino a millonario, como dicen de don Pepe Sierra. Olvidó decir el doctor Zuleta que Pepe Sierra era un campesino de Girardota de ruana y pata al suelo porque todavía no había “la ley del zapato”, y que si hizo plata fue porque mientras sus hermanos andaban parrandeando, en riñas de gallos y bebiendo aguardiente, él estaba trabajando y sobre todo de noche. Arriando en el campo de sus padres. Pues Pepe Sierra nunca estuvo quieto, poco descansando, siempre en movimiento. Para trabajar tuvo el mismo pedazo de terreno que sus hermanos, pero él lo trabajó. El nombre de Pepe Sierra no caerá en el olvido. Por lo menos lo lleva la calle 116 en Bogotá...
Ojalá su biografía escrita por Bernardo Jaramillo Sierra se encontrara en librerías, pero parece fue recogida, pues hace tiempos está agotada. Después de la muerte de don Bernardo, quien escribió también el educativo y entonces muy novedoso libro Valles de Colombia, no se ha sacado otra edición. Don Bernardo había estudiado agricultura en España y estuvo presente con Mario Laserna, para ver si una Universidad llamada precisamente Los Andes ponía en su pensum la Agricultura y todas las maneras de sacar provecho de nuestra tierrita maravillosa y única.
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Una cosa honra a los descendientes de Pepe Sierra y a los de todos los hombres como él, no es el dinero que dejó, que se perdió casi en su totalidad en impuestos y trámites de sucesiones, pues si así no hubiera sido, hoy daría para convertir a Colombia en una buena finca; con la honra de haber tenido un antepasado trabajador y serio que con su pata el suelo les adquirió a sus descendientes el derecho de usar zapatos sin que nadie tuviera que dárselos.
Mantenía en su escritorio una foto de su admirado canciller prusiano Otto Bismark, sin casco, y como era rubio la gente creía que era el retrato de él. ¿Cuántas europas conquistaron Antioquia?