Está emergiendo una conciencia colectiva del daño y eso en tiempos biológicos es un instante que puede ser la diferencia entre el desastre y el triunfo.
Es siempre muy valioso mirar en perspectiva histórica los hechos humanos y eso incluye el reconocer que somos el resultado de procesos evolutivos. Se transforma el planeta, cambia la vida, somos parte de ese movimiento. ¿De qué manera actuamos en el río de la vida?
Asociada al bipedismo la evolución humana se aceleró de manera vertiginosa. Al liberar las manos su uso permitió un aumento de la capacidad cerebral. El desarrollo de la visión del horizonte permitió pasar de la supervivencia en árboles a la conquista de espacios nuevos. Vinieron aparejadas dificultades que subsisten como los problemas de columna, el aprendizaje lento del mismo caminar cuando en las otras especies esto se hace casi al momento de nacer. Pero es un signo de la especie la lentitud para los aprendizajes, como caminar o comunicarse. Los niños salvajes usando sus cuatro extremidades fueron la prueba de que el bipedismo es una conquista y no hace parte de nuestros comportamientos innatos. Pero quizás lentitud en evolución es aprestamiento para nuevas adaptaciones.
Podemos afirmar que el horizonte y el suelo, las llanuras y praderas, son una conquista relativamente reciente en la evolución de la especie. Las piernas se especializaron para la marcha, brazos y manos desarrollaron habilidad prensil. La especialización de las manos permitió desarrollar herramientas, tomar piedras, palos y huesos para transformarlos. Y ese perfeccionamiento trajo también la emulación y el aprendizaje entre individuos y entre grupos. En la actualidad el placer de viajar siempre está unido a la posibilidad de ver como hacen los demás con sus trastos y recursos.
El perfeccionamiento de las herramientas, cada vez más variadas y precisas, ayudó al logro de la supervivencia que incluyó la defensa eficiente y el logro de nuevas formas de la alimentación con las ventajas de aumento y diversificación de los elementos disponibles. Ese incremento va a repercutir en una ventaja evolutiva pues ya no estaba el ser humano sujeto a un alimento específico. La otra conquista fue el fuego que permitió transformar los alimentos y adaptarlos al propio aparato digestivo, a diferencia de los demás animales que adaptan su aparato digestivo a los alimentos de su entorno.
La caza y la agricultura van a marcar la diferencia que ahora observamos en el planeta, somos una especie que ha acaparado la mayor parte de los nichos y algunos son exclusivos y excluyentes. Esa supremacía de la mano y el cerebro, unida a una capacidad muy alta de almacenar información extra corporalmente, se han convertido en herramientas para nuestra propia destrucción o el mecanismo de nuestra salvación.
Nuestros horizontes posibles están claros y las predicciones se pueden hacer. O continuamos con nuestra carrera de dominación, aprovechamiento y depredación o surgen mecanismos de auto control que nos permitan poner límites al daño ocasionado al planeta y a la vida. La respuesta más sencilla y al parecer evidente es la primera, pero no olvidemos que el propio proceso evolutivo ha tenido momentos de cambio intempestivo, la denominada explosión del cámbrico es uno de ellos, el proceso de hominización y la emergencia de la conciencia son otros ejemplos contundentes. En esta última puede estar la clave pues está emergiendo una conciencia colectiva del daño y eso en tiempos biológicos es un instante que puede ser la diferencia entre el desastre y el triunfo.