La deflagración iniciada el sábado anterior no ha dado tregua a quienes trabajan para mitigar la expansión del fuego en Portugal.
Portugal continúa este martes sin lograr controlar el gran incendio que azota al centro del país desde el pasado sábado y que, no solo no ha disminuido como se esperaba, sino que se ha extendido hacia el norte.
Más de tres mil efectivos, entre bomberos, miembros de Cruz Roja y del ejército, trabajan en la zona más afectada para sofocar las llamas y prestar ayuda a las personas de las numerosas aldeas evacuadas.
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Los mayores incidentes se registraron en las comarcas de Góis y Pampilhosa da Serra, donde ya han sido desalojadas una treintena de pueblos ante la amenaza del voraz incendio.
Además, una de las principales vías de comunicación entre las poblaciones de la Sierra de Lousã, la carretera nacional 112, fue cortada a cualquier vehículo que no fuese oficial para evitar que pudieran ser atrapados por las llamas, como ocurrió en las primeras horas de la tragedia.
En todas las comarcas por las que pasó el incendio desde entonces hay todavía focos activos, algunos con mucha virulencia, por lo que desde el Centro de Operaciones donde se controlan todos los trabajos de extinción, están reforzando la presencia de medios terrestres y aéreos.
Las condiciones meteorológicas son adversas y la situación, según las autoridades locales, es muy preocupante a medida que avanzan las horas.
La presencia aérea y terrestre en diferentes focos del fuego no deja de reforzarse, ya hay medios aéreos de España, Francia, Italia y Marruecos, y también se han sumado a las tareas de apoyo a los más necesitados, los vecinos de municipios afectados.
Mientras tanto, los efectivos de Cruz Roja y Protección Civil se afanan para dar alojamiento a las decenas de personas que fueron desalojadas, la mayoría vecinos de pueblos localizados en plena sierra de Lousã.
La tensión es palpable en cualquier rincón en las inmediaciones de Góis o de Pampilhosa da Serra, donde la población sigue al minuto a los medios de comunicación para tener conocimiento de la última hora y saber hacia dónde avanzan las llamas.
El balance de víctimas mortales se mantiene en 64, aunque sigue siendo provisional, y los heridos son ya 160, de los que siete se encuentran en estado grave.
Los responsables de la coordinación de la extinción confían en que, con la llegada de la noche, descienda la velocidad del viento y bajen en algún grado las temperaturas que este martes llegaron a los 43 grados centígrados en algunas áreas del centro del país.
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