Las políticas proteccionistas de EE. UU. tienen en incertidumbre el crecimiento económico de la región.
Latinoamérica llega a la octava Cumbre de las Américas con una recuperación comercial cuyo futuro es incierto por las políticas proteccionistas impulsadas por Estados Unidos, que amenazan con desatar una guerra comercial global.
La decisión anunciada hace un mes por el presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer aranceles extraordinarios a las importaciones estadounidenses de acero y aluminio desató la controversia mundial.
Esa imposición arancelaria es tema de discusión en foros multilaterales y la cita de Lima, donde estarán reunidos jefes de Estado de América, parece que no será la excepción.
En Latinoamérica, la medida iba a afectar de modo directo principalmente a México, Brasil y Argentina, pero estos han quedado exceptuados temporalmente. El primero -junto a Canadá- porque el asunto es parte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y los otros dos por decisión de Trump sujeta a conversaciones bilaterales en curso.
"Los principales proveedores de acero y aluminio latinoamericanos han sido excluidos, pero hay que estar más preocupados por la eventual consolidación de una guerra comercial a nivel mundial que afectaría a la región", dijo Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales.
De momento, Washington y Pekín -los polos en pugna por el acero- no pasan de mostrarse los dientes, pero si las negociaciones no prosperan, los países de Latinoamérica, que en su mayoría tienen a Estados Unidos y a China como principales socios comerciales, podrían verse afectados por una desaceleración del comercio global.
"Hay una luz amarilla en términos de que si esto se agrava puede afectar a la región, pero todavía eso no ha ocurrido", afirma Elizondo.
El incierto escenario encuentra a Latinoamérica en terreno de recuperación en materia de intercambios, tras el ciclo de recesión comercial de 2012-2016.
En sus últimos informes, tanto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe como el Banco Interamericano de Desarrollo dan cuenta de que en 2017 hubo una mejora en el valor de las exportaciones regionales.
Para Dante Sica, director de la consultora Abeceb y exsecretario de Industria y Comercio de Argentina, hoy el escenario es "favorable" a la región.
"Tenemos por delante dos años de crecimiento fuerte y armonizado a nivel mundial. El comercio global crece por encima del PIB mundial, con precios históricamente altos en los productos que Latinoamérica exporta y que van a estar sostenidos", dijo Sica.
Ello, sin embargo, no reduce la "incertidumbre porque en las guerras comerciales se sabe por dónde se entra pero no cómo se sale" y, si finalmente se desata un conflicto global, el impacto será "incierto" ya que, según el experto, hay países de la región que pueden verse favorecidos y otros perjudicados.
Por ejemplo, apunta Sica, si se endurece la pelea y China deja de comprar ciertos productos a Estados Unidos, algunos países latinoamericanos -principalmente los exportadores de productos primarios- pueden proveérselos, pero aquellos países con plataformas industriales más desarrolladas "deberían cuidarse más" ante las colocaciones chinas de manufacturas.
Elizondo coincide en que, "si Estados Unidos decide retraerse, Latinoamérica activaría aún más sus vínculos con otros mercados, en particular los asiáticos".
El discurso proteccionista de Trump, quien llegó a la Casa Blanca a inicios de 2017, ya movió a bloques como el Mercosur y la Alianza del Pacífico a reavivar negociaciones comerciales con otras regiones y países y abrir nuevas conversaciones para expandir sus horizontes comerciales.
China, por su parte, mueve sus propias fichas y acelera sus inversiones en Latinoamérica, fundamentalmente en minerales, alimentos y energía con miras a exportar desde la región para abastecer a su propio mercado, un fenómeno que a futuro consolidará aún más los flujos comerciales con el "gigante asiático".