No sólo los principales líderes de Europa occidental, Inglaterra y de la Península arábiga multiplican sus objeciones – incluso en texto y entrevistas en la prensa israelí – a cualquier proyecto de anexión
Varias circunstancias conducen en estos días a postergar – si no suprimir- la obsesiva aspiración de Benjamín Netanyahu en favor de la incorporación a Israel de la franja occidental adyacente al Mar Muerto y Jordania. La índole y dimensiones de su proyecto no se conocen con precisión hasta la fecha. Su partido Likud y buena parte de los líderes de los 600 mil colonos que hoy ocupan los territorios de Judea y Samaria favorecen con mesurado entusiasmo estas intenciones. Sin embargo, factores internacionales y amplias porciones de la opinión pública israelí revelan filosa oposición a ellas. Circunstancias que de momento obligan a Bibi reconsiderar cuándo y cuánto anexar.
Cabe señalar algunas de ellas. Israel padece desde las últimas semanas los rudos impactos del covid-19. La severa contracción de la economía ha elevado el desempleo abierto hasta desbordar la quinta parte de la fuerza laboral; las restricciones en el transporte, en los festejos matrimoniales y sociales, en el sistema escolar, y el estricto cierre de los aeropuertos abruman y deprimen a la población; y, en fin, las nerviosas tensiones en la coalición gubernamental gestan escenarios adversos a cualquier decisión radical en materia de política exterior.
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Por otra parte, no sólo los principales líderes de Europa occidental, Inglaterra y de la Península arábiga multiplican sus objeciones – incluso en texto y entrevistas en la prensa israelí – a cualquier proyecto de anexión. Tanto en Gaza como en el territorio palestino gobernado por Ramallah toman impulso en los últimos días masivas protestas que no vacilarán en asumir expresiones violentas.
Hasta el momento Netanyahu confía en el apoyo irrestricto de Trump. Sin embargo, su actitud puede cambiar radicalmente con la difusión masiva de dos libros que ponen en tela de juicio su equilibrio intelectual y su ética personal. Aludo al libro de su sobrina Mary en el que señala a Trump como el hombre más peligroso de la historia. Un juicio que se ve ratificado en las páginas escritas y difundidas por su ex asesor en asuntos militares John Bolton. Dos testimonios que ennegrecen la imagen del morador de la Casa Blanca y estropean los pasos imaginados por Netanyahu.