La parálisis de los mercados laborales abruma al país. El porcentaje de desempleados ya supera el veinte por ciento cuando un mes atrás apenas rozaba el tres.
El parlamento israelí reinició ayer sus actividades después de un nervioso torneo electoral. Beni Gantz – rival político de Netanyahu – ha logrado de momento concertar una coalición judía-árabe que aspira a desalojar al partido Likud y a la extrema derecha que ha dominado el país en los últimos trece años. Sin embargo, tropieza con una dificultad que ha obligado en estos días la intervención de la suprema corte de justicia.
Yuli Edelshtein- cabeza del parlamento en los últimos seis años- se resiste a renunciar a las funciones que le han concedido hasta aquí credibilidad y prestigio al punto de ser considerado como el futuro presidente del país, un cargo que en Israel tiene alto valor simbólico como garante de la unidad nacional.
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En estas circunstancias, la coalición encabezada por Beni Ganz que de momento goza de una delgada mayoría – 61 de los 120 representantes parlamentarios – ha apelado al alto tribunal a fin de obligar a Edelshtein a desalojar su lugar por haber perdido el apoyo mayoritario. Sin embargo, en pactado entendimiento con el primer ministro Benjamín Netanyahu, se resiste a dejar el cargo creando así un áspero conflicto sin antecedentes entre la decisión del alto tribunal y el poder legislativo.
Grave situación que ha conducido a amplios grupos de la población israelí a concentrarse en Jerusalén y proceder a una masiva protesta en contra de Netanyahu y de Edelshtein. Protestas que se han ampliado a través de los medios virtuales.
En las próximas veinticuatro horas se sabrá si ambos habrán de acatar al cabo el veredicto de la suprema corte. Si se niegan llevarán al país a una grave crisis política que pondrá en peligro el régimen democrático de Israel. Nunca antes – incluso en periodos de grave crisis militar y económica – el parlamento había conocido un hermético cierre similar al de estos días.
Cabe confiar en que si se verifica un cambio en la jerarquía parlamentaria en favor de Azul y Blanco- partido encabezado por Ganz- se crearán de inmediato grupos de trabajo que atenderán – entre otros temas – la grave crisis social y financiera que empieza a abrumar al país como resultado de corona.
Acciones que no pueden postergarse. La parálisis de los mercados laborales abruma al país. El porcentaje de desempleados ya supera el veinte por ciento cuando un mes atrás apenas rozaba el tres. Por añadidura, las tensiones entre los ministerios de economía y de salud son ásperas. El último exige un encierro obligatorio de toda la ciudadanía excepto almacenes comerciales y farmacias, de suerte de que quien deambule en las calles será penado con multa o encierro.
Estas severas medidas son resistidas de momento por el ministerio de economía que razonablemente anticipa una severa crisis si se impone una forzada y extendida parálisis además del cierre de los aeropuertos y de toda la actividad comercial - excepto supermercados y farmacias- ya acordado.
En suma: tensiones políticas y económicas que implican un áspero examen para un país que desde su nacimiento formal hace setenta y dos años ha acertado a superar no pocos desafíos. Sin embargo, corona y las resistencias de un líder político amenazan disolver aquí lo que agresiones externas y crisis políticas no han logrado hasta estos días.