Cuando estamos ad portas de finiquitar los acuerdos de paz y poder enrumbar este país por caminos de concordia y progreso, nos hemos dedicado a fabricar más escenarios de muerte y desolación
Varios actores de la vida nacional exacerban el ambiente y propician movimientos para agudizar la confrontación armada que hace muchos años, tal vez desde 1948, viene padeciendo Colombia. Cuando creíamos que el acuerdo suscrito por el Gobierno y las Farc, los diálogos con el Eln y la expedición de normas que permitan el acogimiento masivo a la justicia de los grupos delincuenciales, nos conducirían a la paz duradera que tanto hemos añorado, en el ambiente se percibe una animosidad peligrosa y preocupante.
La pública expresión de Fernando Londoño Hoyos del Centro Democrático de “que el primer desafío del C.D. será el de volver trizas ese maldito papel que llaman el acuerdo con las Farc” (mayo/2017) fue el primer clarinazo de guerra que se dio, no obstante las declaraciones de Iván Duque, hoy presidente electo, otorgadas al periódico El País de España donde atenuó el fuerte trueno de Londoño Hoyos, afirmando: “No hay que hacer trizas los acuerdos con las Farc, pero si modificaciones importantes” (Enero/2018), hoy tenemos a tres de los espadachines mayores del partido ganador en las pasadas elecciones parlamentarias y presidenciales, doctores Paloma Valencia, Paola Holguín y Hernán Prada, liderando la convocatoria de un referendo reformatorio de la Constitución para anular la Jurisdicción Especial para la Paz, impedir el blindaje jurídico que tiene el proceso de paz con la Farc y la prohibición de hacer política a los condenados por crímenes de lesa humanidad, lo que daría al traste con todo el proceso, a no dudarlo y que seguramente son las “modificaciones importantes” de que hablara el presidente Duque.
Lea también: La fortaleza del proceso de paz
El repliegue de Iván Márquez, uno de los hombres fuertes de la Farc, a territorios del oriente colombiano; los anuncios de la revista Semana de hace ocho días sobre el plan que se diseña en el Guaviare para refundar a las Farc, que lideran los disidentes del famoso Frente 1 de esa organización al mando de alias Gentil Duarte (Miguel Botache Santillana); las hazañas del tristemente célebre alias Guacho (Walter Artízala Vernaza), ecuatoriano para más señas y la frenética actividad de grupos disidentes de la Farc y los grupos activos del Eln reclutando menores campesinos, son también expresiones de esos vientos de guerra de que vengo escribiendo.
Es también una tormenta contra los deseos de paz de los colombianos el asesinato sistemático y diario de líderes sociales que luchan al lado de los reclamantes de tierra, de los que se oponen a la minería ilegal o de los que voluntariamente quieren acabar los cultivos ilícitos.
Igualmente son preludios de guerra los anuncios, no desmentidos ni aclarados, del general (r) Leonardo Barrera, integrante de un grupo de empalme del nuevo gobierno: “Ustedes que se ufanan de que no hay soldados heridos en el Hospital Militar … ¡Prepárense porque vuelve la guerra!” y también lo son la intensificación del conflicto en las comunas de Medellín, que parece desbordado y ¡cómo no decirlo!, un desafortunado twitter del doctor Álvaro Uribe Vélez, donde expresó: “Santos aplaza la tragedia del asesinato: se ufana de la disminución del asesinato, (mucho menor que en el período 2002-2010). Nos deja el asesinato aplazado. Qué pasará cuando el nuevo gobierno tenga que enfrentar más de 209 mil hectáreas de coca” (julio 17/2018). Este twitter generó una intensa polémica en medios y redes sociales. A todo este panorama interno hay que agregarle la amenaza del constituyente venezolano Pedro Carreño de dividir a Colombia en dos, bombardeando los siete puentes importantes que tiene el río Magdalena para comunicar una orilla con la otra.
Definitivamente estamos jugando con candela, al decir de nuestros abuelos. Cuando estamos ad portas de finiquitar los acuerdos de paz y poder enrumbar este país por caminos de concordia y progreso, nos hemos dedicado a fabricar más escenarios de muerte y desolación.
Vea también: Este será un año de definiciones
El presidente electo, tan mesurado en sus declaraciones luego de su triunfo, debe liderar procesos de acercamiento entre todos los colombianos. Esta tierra que nos correspondió, añora vivir en paz.