A pesar de su relativa corta duración (14 años) sus propuestas se cristalizaron en magníficas obras de arquitectura e interesantes propuestas de mobiliario y diseño que todavía hoy, cien años después, son vigentes
En 1919 bajo la república de Weimar nació en Alemania la Escuela de Artes y Oficios Bauhaus, que incorporó en un solo cuerpo la arquitectura con las artes de la pintura y la escultura, derivando en un amplio movimiento cultural donde confluyeron grandes personajes representativos de estas disciplinas. A pesar de su relativa corta duración (14 años) sus propuestas se cristalizaron en magníficas obras de arquitectura e interesantes propuestas de mobiliario y diseño que todavía hoy, cien años después, son vigentes. La Bauhaus produjo los primeros desarrollos urbanos masivos en las ciudades europeas, en una época en que era impensable la vivienda en serie, de proporciones mínimas, con servicios comunitarios, dónde albergar a grandes grupos de población que debieron ser reubicados luego de los bombardeos que destruyeron amplias áreas de las ciudades en sus núcleos urbanos.
El fundador-director de la escuela, Walter Gropius, buscaba reunir diseñadores y artesanos para, mediante laboratorios, elaborar propuestas de diseño de productos que además de útiles, tuvieran la belleza de ser prácticos, simples y conformes a cada función, en concordancia con las necesidades de la nueva realidad social. Despojando los objetos de lo superfluo para que la esencia estuviera acorde con la utilidad, con énfasis en la producción en serie que redundaría en minimizar costos, bajo el eslogan “Art into Industry”.
El diseño de la edificación que albergó la Escuela, en su segundo período en Dessau, se constituyó en el manifiesto de la propuesta de arquitectura racionalista, sin preponderancia de ninguno de los espacios, aulas, laboratorios, administración y vivienda de maestros y alumnos, donde dominaba la funcionalidad. Se innovó con la estructura en acero y con grandes fachadas en vidrio, que permitían desde adentro buena iluminación y desde afuera observar la actividad interior, como un criterio de transparencia. Bajo el lema “La Escuela no descuida ninguna arte o profesión, se ocupa de fotografía, dibujo, collage, publicación e incluso de moda” (1), llegaron numerosos alumnos, constituyéndose en un crisol de creadores donde las mujeres jugaron un papel preponderante, aunque fueron opacadas por los hombres y generalmente catalogadas como asistentes o ayudantes, esposas o colaboradoras de alguna rutilante estrella masculina. Tomemos solo algunos casos (2).
Anni Albers-Fleischmann esposa de Joseph Albers, talentosa diseñadora textil. Marianne Brandt directora del taller de metales, diseñó lámparas, mesas y mobiliario, su mentor Lázló Moholy-Nagy. Alma Buscher obtuvo gran éxito en el diseño de juguetes y mobiliario exhibido en la Bauhaus/1923, lo que le granjeó el enojo del director, Walter Gropius, quien consideró que las mujeres no podían manejar tres dimensiones y solo servían para el taller textil. Friedl Dicker diseñadora de escenografía, joyería y tipógrafa, murió en Auschwitz. Ilse Fehling diseñó escenografía y vestuario, única escultora de la Bauhaus. Gertrud Grunow única educadora, experta en color y música, colaboradora de Itten, Kandinsky y Klee. Florence Henri alumna de pintura y fotografía de Moholy-Nagy. Grete Marks Heymann-Loebenstein diseñadora de cerámica con una exitosa fábrica, huyó de Alemania. Lucia Schulz Moholy-Nagy fotógrafa, esposa de Lázló M-N a quien se le arrogan las fotografías que ella produjo.
Lilly Reich maestra de la Bauhaus, diseñadora de muebles, interiores y vestuario, primera directora de la Federación de Trabajadores alemanes, proyectó el pabellón alemán en Stuttgart y en Barcelona, donde diseñó la mesa y las famosas sillas mundialmente conocidas como “Mies” al ser endilgadas a su esposo Mies van der Rohe. Aino Marsio, arquitecta y diseñadora, esposa de Alvar Aalto, fundó la famosa fábrica de muebles Artek, productora de mobiliario, cristalería y lámparas, que han sido atribuidas a Aalto. Ray Kaiser-Eames, es una de las pocas reconocidas por su obra, las más prestigiosas sillas del siglo XX, que sin embargo llevan el apellido de su esposo, Charles Eames. El emblemático caso de las colaboradoras de Le Corbusier: Eileen Gray y Charlotte Perriand, talentosas y conocidas antes de su vinculación a Le Corbusier; sin embargo, las famosas silla y chaise-lounge diseñadas por Perriand, se distinguen como “Le Corbusier”.
Es justo que en esta centenaria celebración se recupere el papel protagónico de estas y todas las mujeres que hicieron grande a la Bauhaus, cuya impronta tiene vigencia actual en el diseño de edificios, en la fabricación en serie de mobiliario y accesorios de hogar que hoy están en millones de hogares, en su legado en la innovación tipográfica y en textiles para el hogar, en el diseño escenográfico, en joyería y en muchos otros elementos de uso diario bajo el lema de su último director Van der Rohe “less is more”. Salud.