Es preciso aceptar que el vergonzoso incidente es un golpe muy fuerte a la Justicia Especial para la Paz, núcleo y corazón del proceso de paz suscrito entre el Estado colombiano y las Farc
Este viernes conoció la opinión pública de un extraño pero grave caso de corrupción, donde aparecen involucrados Luis Alberto “el Tuerto” Gil, exsenador de la República; Carlos J. Bermeo, fiscal de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y otras tres personas. Todo parece indicar que Bermeo recibía una cuantiosa suma de dinero para “influir en el caso Santrich” y suponen los medios y algunos dirigentes políticos, que se trataba de influir favorablemente, para evitar la extradición del exguerrillero.
Del incidente faltan muchas aristas por conocer, pues a simple vista es difícil “cuadrar la historia” cuando el Tuerto Gil ha sido un hombre reconocido de la derecha colombiana, por lo menos así ha votado en los últimos años, pues antaño fue militante del M19. ¿Qué hacía alguien de la extrema derecha abogando por una persona de la izquierda? Pero también es obvio aceptar, por todas las historias conocidas, que la corrupción aflora por todos los espectros ideológicos.
Existen más dudas que deben aclarar fiscales y jueces: ¿Para quién recibía dinero Carlos Julián Bermeo Casas, ya que ni él, ni en su dependencia de la JEP se tomaban decisiones referidas al caso de Santrich? Bermeo es fiscal de apoyo para la Unidad de Investigaciones de la JEP y la extradición del exguerrillero es conocida por la Sala de Revisión de la Justicia Especial para la Paz. ¿Qué hacía en el evento donde sucedieron las capturas y qué papel jugó en toda la historia el señor Luis Orlando Villamizar Gamboa, conocido votante de sectores de la izquierda, pero también supuesto gran amigo del Tuerto Gil? ¿Por qué las capturas se dieron en dos hoteles distintos? ¿Se entregó dinero en ambos hoteles? ¿En uno solo?
Lo cierto del caso es que la Fiscalía entregó a la opinión pública un video donde claramente se observa a Carlos Bermeo recibiendo un fajo de billetes, que según la misma Fiscalía era una cuantiosa suma. Imposible creer que tanto dinero esté representado en lo que se observa. El origen de una suma tan elevada de dinero es necesario precisarla, no cualquier persona puede fácilmente desenfundar dos millones o medio millón de dólares.
La historia apenas comienza y la investigación debe llegar hasta las últimas consecuencias.
Finalmente es preciso aceptar que el vergonzoso incidente es un golpe muy fuerte a la Justicia Especial para la Paz, núcleo y corazón del proceso de paz suscrito entre el Estado colombiano y las Farc. Nadie desconoce los enemigos poderosísimos que tiene el proceso y por consiguiente la JEP. De este penoso caso solamente se sale con actuaciones y decisiones juiciosas, ponderadas y ceñidas a derecho. El reto que tiene la Justicia Especial es de proporciones históricas. Quienes creemos en el proceso de paz esperamos confiados que se nos demuestre que este fue un hecho aislado y que no volverá a suceder.
Justificar lo de la JEP con los actos de corrupción del fiscal anticorrupción o con el cartel de la toga, es aceptar que todo está perdido y que nuestra nación va camino a la disolución.