La financiación de todo el sistema educativo en general siempre ha sido precaria (y empeorará).
Se ha convertido lugar común que cada gobierno de turno (y ministro de educación de turno, dentro de cada gobierno) compongan bellos ditirambos para la educación a la que llegan. Pero también lo es que a las primeras leyes y resoluciones que la normatizan, con el pre$upuesto a$ignado y las leyes que la regulan, siempre haya un barrigazo peor que el anterior (y así empeorará). Nuestra casta aristocrática dirigente no tiene ni jamás ha tenido un proyecto de nación. No la tuvo cuando ocurrió aquello que llamamos la Independencia, ni menos ahora. Sus aspiraciones se satisfacen cuando con sus cálculo$ y su actuar logran llenar sus bol$illo$ –de manera lícita o ilícita, eso no les importa ni les ha importado-, los de su familia, sus familiares y los de quienes les rodean. Cualquier proyecto serio de país, de nación, implicaría obligatoriamente un nuevo planteamiento de nuestro sistema educativo. De ese mismo tipo de educación que el país imparte y recibe se derivan un resto de implicaciones, entre ellos una parte de nuestros problemas de dependencia. En el s. XX, el Frente Nacional se vio obligado a ampliar la cobertura educativa, porque no le quedaba otra alternativa con los miles de desplazados por la primera Violencia, que esa misma casta había craneado, y ejecutado sin mancharse las manos, pero además para usufructuar los ejércitos de mano de obra barata, alfabetizándola.
He señalado que la educación en general ha estado supeditada a los bandazos de los intereses de esa casta sin norte, sin proyecto, sin escrúpulos y sin sangre. Así y con cierta periodicidad se traigan eventos y figuras como las Conclusiones de los Sabios y, en estas últimas semanas, figuras como la del doctor Llinás (que repite) y otros. Sea como sea, el tema educativo va barranco abajo. La financiación de todo el sistema educativo en general siempre ha sido precaria (y empeorará). Hasta ahora –a la nueva mineducación, María Victoria Angulo- no se le ha oído ninguna propuesta seria que de verdad sirva para el arranque de un país con el fin de desarrollarlo, fundamentándose en la educación (que es la única manera; no hay otra). Otros eran los ditirambos en sus anteriores columnas periodísticas (EL MUNDO, Medellín). Parece más bien que se ha contagiado del infantil malabarismo equilibrista melifluo de su jefe, el señor presidente, que parece que quisiera quedar bien con Dios y con el diablo, buscando salvarse del aparente “fuego amigo” de sus copartidarios y de su mentor, pero buscando al mismo tiempo que sus simpatizantes aumenten. Hasta ahora a la Mineducación lo más importante que se le ha oído es el Proyecto de Ley 057, que tiende a recortar los aportes para la educación pública, dejándola en manos de los municipios. Volveremos sobre esto.
Con este panorama, durante estos 14, 15 y 16 de septiembre, los estudiantes agremiados en la Unees se reunieron en Florencia (Caquetá), con el fin levantar un diagnóstico sobre los asuntos de la educación superior. Una de las preocupaciones fundamentales, quizá la más grande hoy por hoy, es la progresiva desfinanciación que llevaría a la muerte de la educación superior pública, por inanición. Se hace un llamado a un posible paro nacional el día 10 de octubre, señalando que sus dirigentes se reunirían previamente el 6 para ratificar o no esa fecha y los derroteros a seguir.
Entre las exigencias que hacen al Estado, en su pliego de 10 puntos (en internet), sobresalen –como era de esperarse- exigencias económicas y de convivencia democrática, como un mínimo vital para poder existir: el incremento presupuestal de 4,5 billones de pesos a las Instituciones de Educación Superior Pública del país (universidades, instituciones universitarias o escuelas tecnológicas, instituciones tecnológicas y las técnicas profesionales). Aumentar en el 100% el presupuesto de Colciencias y cambiar sus criterios de medición y asignación de recursos. Un plan de pago a 10 años de la deuda de 16 billones de pesos del Estado con las Ies públicas del país. Respeto a la movilización pública de protesta, anticipándose al señalamiento de algún alto funcionario, como ya es conocido ampliamente.
A mi entender y entre lo planteado, estos puntos quizá son los más sobresalientes para la sobrevivencia de las Ies públicas.