Pasado poco más de un mes del inicio de la tregua bilateral entre el Gobierno Nacional y el Eln, se han confirmado graves y sistemáticas violaciones del cese al fuego por el Eln, mientras la Fuerza Pública permanece inactiva, dejando a la población inerme ante las agresiones de que es objeto.

Al finalizar la semana pasada, el director de Medicina Legal confirmó el asesinato a quemarropa y por la espalda (contrario a lo dicho por el Eln) de Aulio Isarama Forastero, gobernador indígena del Medio Baudó. A tres semanas del crimen, y de conocerse denuncias del pueblo Embera Dóbida por las constantes agresiones que le hacen los elenos, la ONU no ha atendido la solicitud gubernamental de pronunciarse sobre hechos de máxima gravedad. El silencio del veedor de la negociación en Quito, y, en consecuencia, de este acuerdo parcial, le da espacio al Gobierno para comunicados, como el del viernes pasado, en el que se limitó a reclamar la presencia del frente agresor en la mesa de negociación y a hacer “un llamado al Eln a poner en práctica lo acordado en el cese al fuego”.

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El defensor del pueblo confirmó denuncias del gobernador de Antioquia, Luis Pérez, sobre el reclutamiento de menores de edad por miembros del Eln, en Vigía del Fuerte. No obstante ser ese un crimen de lesa humanidad, también tolerado a las Farc, el funcionario responsable de la protección de los derechos humanos ha reclamado que se dé prelación a mantener la negociación en Quito. Con su postura, ha entrado en fuerte contradicción con la naturaleza de su responsabilidad.

Apenas se conoció el informe de la rigurosa Misión de apoyo al proceso de paz de la OEA denunciando que “el Eln fue el grupo que sacó mayor provecho de las zonas dejadas por las Farc”, el comandante del Ejército hizo un apresurado desmentido que termina convirtiéndose en mampara protectora para una organización que, como dijimos el pasado 5 de septiembre, “no ha producido un solo gesto de humanización o reducción del conflicto” y cada vez se siente menos obligada a ofrecerlo.

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Plazos para cumplir, silencios con crímenes gravísimos y tolerancias con inexplicables presencias que anuncian crecimiento del grupo, hablan por un gobierno obsesionado por firmar acuerdos de paz sin importar las consecuencias. Como sucede con los acuerdos con las Farc, tal decisión de entrega no es compartida por una sociedad que se mantiene convencida de la importancia de buscar la paz negociada, pero poco dispuesta a entregarlo todo por una firma que no significa fin del conflicto armado o recuperación de la tranquilidad para las personas y la seguridad para el territorio.

Comentarios:

Edgar
2017-11-13 09:45:57

En últimas parece ser que hay muchos embotados con el tal Nóbel de cuero: además del gobierno Santos, obvio, sus voceros, los comandantes militares, también entraron al baile los funcionarios de la ONU. Es como se dice familiarmente "hagámonos pasito". Pero con tal de que las víctimas, de matanzas, de reclutamiento forzado, sean de estrato bién bajo.

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