La democratización de los viajes (segunda parte)

Autor: David Roll Vélez
23 noviembre de 2017 - 12:10 AM

Quizá eso explique también la expansión de los imperios y las migraciones masivas en la antigüedad, la obsesión por los descubrimientos en la modernidad y la masificación de los viajes en el siglo XXI.

Recientes estudios han demostrado que cuando el homo sapiens surgió, hace 200 mil años, vivió bastante feliz con su vida completamente nómada, aunque muriera joven y viviera peligros constantes.

Pero unos 12 mil años atrás, dicen esos estudios, la revolución agrícola, contrariamente a lo que se pensaba, lo hizo sedentario y triste, aunque se apoderara del planeta y lo superpoblara.

El remate fue la creación de órdenes políticos permanentes, hace unos cinco mil años, que lo hicieron esclavo de los  sistemas de minorías ociosas y mayorías sometidas.

Freud, Marx y Marcuse demostraron fehacientemente que ese conflicto entre el individuo y la sociedad es la mayor realidad de bulto en la historia de la humanidad, y que parece no tener solución.

El hombre se ha sometido a todo ello, a cambio de no ser agredido y de cierta certidumbre para él y para su familia, pero lo perdido es irrecuperable.

Lea también:

Por eso este cinco por ciento de su estancia en la tierra en el que ha sido sedentario no han borrado la pulsión imparable de moverse de esos 200 mil años anteriores.

Con mil excusas y oportunidades, los seres humanos buscan volver aunque sea temporalmente a esa sensación.

Quizá eso explique también la expansión de los imperios y las migraciones masivas en la antigüedad, la obsesión por los descubrimientos en la modernidad y la masificación de los viajes en el siglo XXI.

Pero especialmente en los últimos setenta años se dio una transformación singular del fenómeno, a partir de los grandes movimientos de población provocados por la segunda guerra mundial y  por el boom migratorio del posterior periodo de reconstrucción.

Luego, durante la última mitad del siglo XX,  los viajes fueron considerados al principio como un lujo casi indecente y hasta vergonzosamente burgués, para luego convertirse en una opción de consumo legítima y útil al sistema capitalista ya para los años noventa.

En el siglo actual ya ni siquiera son solamente tolerados, sino que han pasado a convertirse prácticamente en una nueva generación de derechos humanos. Sí, así como suena: viajar como posibilidad real hoy es una nueva forma de conquista social. Viajar lejos de su ciudad al principio y más recientemente fuera del país incluso.

Y lo es porque para ello se necesita un salario por encima de la supervivencia, unas vacaciones legales, una libertad de movimiento en el país e internacional y un acceso libre a la información para hacer eso necesario.

Todos estos requisitos fueron logrados sobre todo en las democracias, con la excepción reciente de la China comunista, pero uno adicional no vino de decisiones políticas sino de avances tecnológicos: la accesibilidad razonable en costos, sobre todo de transporte.

Además:

He entrevistado a más de 500 colombianos emigrantes en unos 40 países en las dos últimas décadas, y he visto aumentar el turismo colombiano al exterior de manera vertiginosa en este nuevo siglo. Sin fronteras abiertas hacia el exterior, y sin la facilitación de la expedición de pasaportes, además de la creación de vuelos para todos los bolsillos, me quedó claro que eso no hubiera sido posible.

No dejo de pensar que quienes estuvieron presos tras la Cortina de Hierro Comunista y quienes aun en democracias no podían viajar porque los viajes eran antes lujos de clases altas o medias, eran mucho más victimas que los demás humanos de la cárcel del sedentarismo a que nos sometió la revolución agrícola 12 mil años atrás.

Pero lo que resulta más interesante es que esa posibilidad de viajar que hoy tienen casi dos mil millones de personas en el mundo, cuando se duplique, y eso pasará en menos tiempo del que se espera, muy probablemente transforme nuestro sistema de ver a los Estados y sus fronteras, a las democracias y sus lógicas hoy enredadas, y nos conduzca a una neoposmodernidad política, social  y sicológica totalmente nueva y probablemente más satisfactoria que el estado actual de cosas.

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