¿Es equitativa la aplicación de las sanciones del Código Nacional de Policía y Convivencia? La aplicación de esta norma es completamente subjetiva
El insólito caso de la sanción impuesta en “rololandia” a un comensal callejero de empanadas puso sobre el tapete el tema de las compras en el espacio público, desde lo jurídico hasta el humor con gran cantidad de memes al respecto.
Carlos Marx, citado por el abogado cubano Yurisander Diéguez Méndez en El derecho y su correlación con los cambios en sociedad, escribió: “[…] Ha quedado claro que para comprender las relaciones jurídicas hay que tener en cuenta las condiciones materiales de vida de la sociedad en que se desarrolla […]”.
El mismo autor cita a Kelsen, diciendo que el derecho no es “norma y solo norma […], sino que está impregnado de todo elemento social, político y cultural, económico y también de valores morales y de conducta en una sociedad determinada […]”. Lo anterior enmarca el deber ser de la interpretación y aplicación de la norma, pero lejos está del verdadero sentido social del orden jurídico de una nación, como es el caso de las empanadas, que en la gran mayoría son negocios de supervivencia.
En caso de la empanda, el Estado incluyendo el orden nacional, como departamental y municipal, no ha podido resolver el tema de la inequidad, se ha trabajado en cerrar brechas, pero las inequidades sociales son de gran dimensión, sobre todo aquellas que le permitan a la gente tener una vida digna; así las cosas, la aplicación de la sanción al estudiante, que osadamente podría decirse ejemplarizante, tiene el efecto contrario, a lo cual cae como anillo al dedo una de las leyes del pensamiento sistémico formulada por Peter Senge en su libro la Quinta Disciplina y qué hace parte del refranero popular: “la cura puede ser peor que la enfermedad”, dado que puede tener dos efectos, uno que los transeúntes se abstengan de comer en la calle y esa persona que subsiste de las ventas callejeras deba de cambiar de actividad económica, pero como no tiene estudios, ni experiencia laboral certificada, el sistema productivo no la absorbe, se genera más desempleo, más riesgo de inseguridad en las calles y la famosa “paz social” se aleje del ideario colectivo.
La otra consecuencia es el reto que la comunidad adicta a las empanadas de la calle salga masivamente a la vía pública a comprarle a los cientos de vendedores en el país, con el fin de desafiar a los agentes del orden y tomar un pulso que puede llegar a tener dimensiones de desórdenes públicos.
Pero ¿es equitativa la aplicación de las sanciones del Código Nacional de Policía y Convivencia? Respondo con este ejemplo, en donde queda demostrado que la aplicación de esta norma es completamente subjetiva.
El artículo 33 del código: Comportamientos que afectan la tranquilidad y las relaciones respetuosas de las personas, dice que numeral 2: En espacio público, lugares abiertos al público o que siendo privados trasciendan a lo público, literal d prohibe “fumar en lugares prohibidos”.
Ese fumar en lugares prohibidos no hace referencia únicamente a las sustancia sicoactivas, sino también al tabaco, cigarrillo o cualquier otro artefacto mecánico o artificial que facilite la inhalación de humo y esos sitios están reglados en la Ley 1335 de 2009, conocida como ley antitabaco, algunos de esos sitios en la vía pública son: lugares de concentración masiva de público, parques, zonas comunales y áreas de espera, espacios deportivos y culturales, instituciones de educación en todos sus niveles, entre otras. Pero solo basta caminar por el parque o la calle y el agente de la policía haciéndose el de la “gorda”, cuando hay gente fumando.
¿Qué es más peligroso la empanada o el cigarrillo?
El Ministerio de Salud en un estudio estipuló que, que la población colombiana entre los 18 y 69 años el 12.8% son fumadores. Aproximadamente el 29% de los 45.5 millones de pobladores están en ese rango, es decir 1.7 millones de colombianos fuman, siendo conservadores, por lo menos 3.4 millones de cigarrillos diarios se fuman en el país, con ello se le está enviando al aire benceno, polonio, plomo, monóxido de carbono, entre otras, adicional la cusca que muchos utilizan la calle de cenicero, adicionado a ello el daño en el fumador pasivo.
Mientras que la empanada solo afecta, si el consumo es excesivo al sujeto que se la come ayudándole a la expansión de la masa corporal y no a la colectividad, como si lo hace el fumador.
Perseguir al que como o vende empanadas afecta el orden social, mientras que restringir y aislar a sitios privados a las personas que deseen fumar es darle un cariñito al planeta para atenuar el efecto contaminante.