Por la coyuntura interna colombiana pareciese que Iván Duque pasó de ser el mejor amigo en la región para el gobierno norteamericano, para convertirse en el nuevo objeto de ataque.
Antes de los días Santos, el gobierno nacional recibió otro varillazo por parte de Donald Trump, gracias a la expansión de la siembra y el envío de cocaína a Estados Unidos. El presidente Duque, con toda razón, reaccionó recordando que el tema del control es de doble vía; ánimos apaciguados con la visita a la frontera colombo venezolana del secretario de Estado, Mike Pompeo, en la que expresó sobre el compromiso del país del norte para controlar el consumo.
Lo curioso del tema fue el cambio del “tonito” empleado por los Estados Unidos hacia Colombia. Cuando con presión internacional se buscó tumbar a Nicolás Maduro, usando acciones mediáticas como el concierto en la frontera y todo el boroló con el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela, que todo ser sensato sobre el planeta tierra clama para los chamos, el presidente Duque era “amiguis” de Donald Trump.
El resultado fue contundente, el derrocamiento del gobierno madurista no prosperó. Además, los acontecimientos locales requirieron la atención del alto gobierno colombiano, con lo que la presión desde nuestro país hacia la dictadura venezolana tuvo que bajar. Por la coyuntura interna colombiana pareciese que Iván Duque pasó de ser el mejor amigo en la región para el gobierno norteamericano, para convertirse en el nuevo objeto de ataque verbal desde el norte del continente; aunado a ello, la guerra fría americana está en su punto más alto con la intencionalidad de hacer todo lo que sea posible desde Estados Unidos contra Maduro y la presencia militar de Rusia en el territorio vecino defendiendo a los chamos contra una posible intervención militar.
Infortunadamente queda la percepción en algunos sectores de la opinión pública de que el presidente Iván Duque fue la marioneta de Trump para esas intenciones. Además, desde el mismo partido de gobierno se percibe que existe cierta presión sobre Duque para que se prestara como la punta de lanza en la región para forzar el cambio de régimen venezolano, lo cual, es contraproducente al interior de nuestro país, debido a las dificultades propias colombianas.
Es claro, que, ante un cambio de gobierno dictatorial hacia uno democrático, Colombia sería uno de los principales actores en la recuperación socioeconómica venezolana y con ello se apalanca la dinámica comercial del país, en especial desde la industria fronteriza.
La estrategia para incentivar el cambio en Venezuela debe replantearse, pero no con base en que los colombianos sigamos siendo la marioneta gringa.