Se convirtió en la mejor opción de Colombia para replicar prácticas de seguridad industrial.
Por LUCAS VELÁSQUEZ RESTREPO*
Más allá de la discusión sobre si se deben reactivar o no los diferentes sectores económicos durante la emergencia por la covid-19, lo cierto es que se requiere una reapertura gradual con los elementos y procedimientos de seguridad necesarios para evitar una tragedia económica más aguda (según el equipo de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercado del Grupo Bancolombia el PIB del país caería entre 5 y 6% en este 2020). Las más preparadas en la industria nacional para liderar esta etapa con responsabilidad son las empresas mineras.
Irónicamente y luego del bullying sufrido por algunos sectores, la minería es la actividad económica que está llamada a empujar al país (seguido por el sector financiero y constructor) tratando de detener la caída estrepitosa de la economía nacional. Con la coyuntura global, el decreto del estado de emergencia expedido por el Gobierno en el marco de la pandemia originada por el nuevo coronavirus y la volatilidad de los precios del petróleo, la minería es quien está tomando el liderazgo en la protección económica, humana y laboral.
Ahora bien, ese bullying sirvió en la dura preparación que sufrió el sector minero para ser viable con escenarios en contra, aprendiendo a trabajar a contracorriente.
Y es en este sentido que ahora los mineros pueden ser los maestros y aliados de los demás sectores económicos para enfrentar la crisis. Uno de sus mayores aportes es enseñar a trabajar con las condiciones de bioseguridad ideales, permitiendo operaciones con bajos impactos de accidentalidad.
Uno de los pilares fundamentales en la minería es la seguridad industrial: elaborando procesos y procedimientos estrictos para salvaguardar la vida y la integridad de sus colaboradores. Para alcanzar el objetivo de baja accidentalidad en escenarios con alto riesgo, las empresas mineras tienen un marco normativo estricto y protocolos internacionales que le han generado una experiencia única para operar bajo el marco de la pandemia.
Por ejemplo: en Colombia para labores subterráneas se cuenta con el decreto 1886 de 2015 (además del 1072 de 2015), el cual es estricto en su cumplimiento y garantiza incluso, en casos de accidentes mortales, comisiones de expertos que ayudan por medio de acciones aprendidas que esos eventos no se repitan, no solo en la operación donde sucedió el acontecimiento, sino en ninguna otra mina. Así las cosas, el sector se comparte las investigaciones y medidas a tomar, referenciándose constantemente para hacer operaciones seguras, a la vanguardia tecnológica. Las personas que han trabajado en el sector minero, por su experiencia y las constantes capacitaciones, entienden la importancia de usar de forma adecuada los elementos de protección personal.
Es así como algunos sectores económicos, cuya seguridad industrial se limita a operaciones tranquilas en oficinas, pueden tomar como referencia a la minería para adaptar algunos procedimientos de trabajo seguro y tener operaciones completas en el marco de la pandemia.
El sector minero aprendió que operaciones seguras impactan directamente en el incremento de su producción. Entendió que la tecnología es su aliado y no escatima en inversiones en seguridad, debido a que estas se ven retornadas en la integridad de sus trabajadores, en sus acciones en la Bolsa y en su producción. También aprendió a no tomarse a la ligera ninguna amenaza contra la seguridad, respondiendo con comités expertos para tomar decisiones eficaces de protección, incluso en situaciones volátiles como a las que nos tiene sometido la pandemia. Estas enseñanzas se deben retornar y desplegar a los demás sectores económicos. Es hora de que el país observe, respete y cuide al sector minero.
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