Nos asombra su verdadera y acertada vocación de maestros preocupados por el idioma y respetuosos de él, en este complicado siglo XXI.
1. Cómo enseñarla:
Es para muchos estudiantes una carga pesada y rutinaria que hace difícil los años de escolaridad.
La metodología apenas ha aportado pequeñas novedades al esquema tradicional de la enseñanza de la ortografía que se reduce, en la mayoría de las veces, a la utilización de la copia y el dictado de palabras sueltas, lo mismo que a la repetición árida y frustrante del mismo método de corrección de errores: escribir cada palabra ENE veces, las que defina el profesor.
Pero es importante destacar y aplaudir a los maestros, de los cuales hemos conocido sus atractivas e interesantes formas de manejar la ortografía, y nos asombra su verdadera y acertada vocación de maestros preocupados por el idioma y respetuosos de él, en este complicado siglo XXI.
En su libro La disortografía dice el erudito español Dionisio Rodríguez Jorrín: “En la base de los aprendizajes ortográficos subyacen dificultades perceptivas, psicomotrices y, sobre todo, didácticas a las que hay que adelantarse mediante una pedagogía preventiva y correctiva basada, sobre todo en la lógica del proceso más que en enunciados normativos formalísticos. Una acción seria y temprana en estos aspectos resuelve la mayor parte de las dificultades. Los ejercicios estereotipados tradicionales no son más que formas de tranquilizar […]”
2. Dislexias; dispedagogías…
“Partiendo del análisis del acto gráfico se pueden encontrar muchas variantes que pueden eliminar la mayor parte de las ‘disortografías’ o ‘dislexias’, de las cuales se culpa al alumno y en las cuales escondemos nuestras ‘dispedagogías’. Hay una clara consciencia de fracaso en el campo de la didáctica de la ortografía: a la copia de palabras y al dictado, como métodos (caminos) básicos, debe sumarse la falta de objetivos suficientemente claros, y el desconocimiento de los procesos psicológicos que hay que ejercitar”.
3. Qué le ocurre al estudiante
“En vez de partir de esquemas tradicionales o inventados sin mucha reflexión por el profesor, hay que ir a la realidad escolar para ver qué le ocurre al estudiante, qué es lo que hace, de qué es capaz, y qué podemos hacer los maestros que estamos encargados de conducirlo para prever o para corregir, no las faltas de ortografía, sino el origen de ellas".
4. Y qué ocurre con los “excelentes” logros
“Lo importante para el maestro no es que le señalen (Ministerio de Educación, Normales, Facultades de Educación) buenas metas, excelentes objetivos (hoy llamados equivocadamente “logros”); de eso, el maestro es capaz. Lo esencial es que le expliquen, al mismo tiempo, CÓMO conseguirlos, cómo alcanzarlos. Es decir, que le enseñen metodología”. (D .R. J.)
Maravillosas teorías psicopedagógicas salen a menudo de los ministerios y secretarías de educación, pero a unos niveles de abstracción (y con un vocabulario) que las hacen imposibles de digerir, y que solo crean frustración en maestros y alumnos. Olvidan los señores programadores que el “cómo” lograr una meta es más difícil que definirla vagamente.
5. Qué hacer con los grafemas
Al hablar de ortografía nos centramos en el código lingüístico para utilizar los grafemas de manera correcta. El alumno debe aprender a expresar su propio pensamiento con los grafemas correspondientes. La mayoría de los fracasos considerados como incapacidad para aprender ortografía, lo que muestran es que no se han realizado los suficientes ejercicios para orientar el pensamiento racional y por lo tanto, el alumno no es capaz de razonar la ortografía, y esta – creo - no se aprende de memoria.
Un alto porcentaje de palabras tienen una razón de ser para escribirse así: o porque sus componentes son griegos, o latinos, o porque son derivadas de…, o compuestas por…, o tecnolectos, etc. Aprender ortografía es ser capaz de observar, comparar, identificar, recordar, deducir, fijar, aplicar; pero antes, hay que saber pronunciar y vocalizar y articular correctamente para que al escribir no se cambien las letras.
El estudiante debe tener un proceso auditivo: que sienta correctamente el fonema en cuestión, que pueda repetirlo de forma adecuada y plasmarlo, luego, gráficamente; solo así, el grafema será correcto.
6. Fonetizar antes de escribir
Creo que antes de la ortografía, sobre todo en los primeros años, es primero la fonética (memoria auditiva), luego la escritura (memoria visual) para la identificación de palabras y letras; y, por último, lo abstracto (memoria espacial): memorizar lo que se habló, lo que luego se escribió, se razonó, se investigó su procedencia, y formular una especie de norma que nos sirva de conductor al escribir.
Por eso es complicado, inexacto y atrevido afirmar que “dominamos” la ortografía; que se nació con una dotes extraordinarias para la ortografía porque la mamá, o el papá, o la abuelita eran “¡muy buenos!” para la ortografía.
Es mejor estudiar, investigar, concluir, que heredar.