La otra cara de Medellín contada por colectivos comunitarios

Autor: Yenifer Yepes
7 junio de 2018 - 08:14 PM

Los procesos sociales en los que ciudadanos trabajan para cambiar la cara de la violencia, se están viendo afectados por la creciente ola delincuencial. El Colectivo Ciudad Comuna lleva casi una década contando la realidad en la Comuna 8 y tampoco se ha salvado de los limitantes que trae el conflicto.  

Medellín

Los distintos colectivos en los barrios de la cuidad se están viendo afectados por las recientes disputas entre bandas criminales. El incremento de la violencia en Medellín no solo perjudica la seguridad de los ciudadanos, sino que además, impide la continuidad de los procesos comunitarios y sociales que trabajan precisamente por acabar con el rastro de la guerra.

Las organizaciones sociales nunca han sido ajenas a esta problemática, y varias de ellas han tenido que cesar sus actividades por temor a las amenazas y la intimidación de las que a veces son víctimas.

La corporación Ciudad Comuna, que lleva cerca de diez años trabajando en el barrio Las Estancias de la Comuna 8 (Villa Hermosa) tiene una historia de intervención comunitaria que, incluso, sale del sector para trasladarse a toda la ciudad, llegando a más personas con su trabajo y destacándose en el ámbito local por sus procesos con los jóvenes. 

Esta organización, que en este momento tiene suspendidas sus actividades, se ha visto afectada por la situación del sector, y en algunas ocasiones ha sentido cómo su tarea de comunicar se torna incómoda para algunos, sin proponérselo.

Lea también: Autoridades arrecian lucha contra delincuentes que afectan la Comuna 8.

“Este cerro es mucho más que muertes por desastres naturales, narcos y prostitución”, así defiende Andrés Agudelo, uno de los líderes del colectivo, a la comuna donde creció y ha vivido la mayor parte de su vida. 

Hechos como la avalancha en 1987 en Villatina, en la que murieron 500 personas por un alud de tierra de 20.000 metros cúbicos, más la masacre en el mismo sector, perpetrada por fuerzas armadas del Estado donde murieron nueve personas, la mayoría menores de edad, sumada al documental La Sierra que asoció aún más a los jóvenes con armas y prostitución, dejaron a Villa Hermosa con un imaginario de delincuencia que aún posee.  

En el 2009, aprovechando las ideas de los mismos jóvenes y buscando comunicarse entre los habitantes, nace Ciudad Comuna, con la idea de generar espacios de reconstrucción de memoria en los barrios y mostrarle a la ciudad que este lugar, en su mayoría habitado por población desplazada que se asentó en el Centro Oriente, también tenía cosas buenas por contar.

El grupo de jóvenes de esta comuna se convierte en uno de los colectivos de comunicación comunitaria que logra acoger a niños, jóvenes y adultos en semilleros de fotografía, un periódico comunitario (Visión 8), un centro de producción audiovisual, una emisora virtual (Voces de la 8) y proyectos de investigación sobre sus barrios.

El líder afirma que la ciudad en general sigue siendo muy conflictiva porque las formas de paz que se pactan siguen siendo muy inestables y se vuelven un “consuelo temporal”

“La corporación se ha convertido en un escenario de encuentro donde la gente te llama, te cuenta lo que está pasando, y de algún modo nos vemos afectados por eso; sabemos que no es una situación aislada, uno sabe y siente que la tención se mantiene de forma constante y que solo está controlada cuando hay ciertos equilibrios tanto legales como ilegales”, dice Agudelo.

El integrante del colectivo cuenta que el año pasado tuvieron que cerrar tres días durante Semana Santa porque devolvían a los jóvenes cuando llegaban al barrio, y que a inicios de este año les tocó encerrarse en la oficina mientras afuera sonaban las balas y subían las motos.

Recuerda también, que en 2012, mientras realizaban un reportaje gráfico sobre población afrocolombiana en el barrio Unión de Cristo, una líder les dijo: “vienen por ustedes, váyanse”.  “Esa fue la única vez que nos tocó salir corriendo, y vimos que por la loma venía gente buscándonos; (…) por esos días estuvo muy fuerte la confrontación armada”, señala Agudelo.

Agrega que, por estos días, otro integrante del personal ha tenido que tener cuidado porque habita en una zona límite entre dos territorios, “frontera invisible”, y han tenido que tener precaución con los horarios y asistencia al trabajo.  

Infórmese con: Cuatro personas fueron asesinadas en Belén y Altavista.

Estas situaciones, que parecerían haber quedado en la Medellín de ayer, son las condiciones en las que han tenido que hacer sus labores comunitarias los integrantes del colectivo durante todos estos años y en la actualidad. 

Apesar de esto, la labor de Ciudad Comuna ha ayudado precisamente a enfrentar la violencia a través de la comunicación comunitaria.

Una edición del periódico Visión 8 entre los años 2012 y 2013, cuando los combos explotaban los transformadores del sector de Tres Esquinas, invitaba a los habitantes a no tener miedo y salir a las calles a pesar de los atentados.

“Era como una especie de ‘blindajes comunitarios’; si no dejábamos al aguacatero solo, si salía la señora de las empanadas, si la biblioteca no cerraba, si el colegio no cerraba, era posible que los combos no terminaran siendo los propietarios y decidiendo sobre el espacio público”. 

Los demás procesos de Ciudad Comuna como la fotografía, la radio y las producciones audiovisuales, también han estado enfocados en el reconocimiento y la apropiación del territorio por parte de los habitantes, quienes son los mismos que escriben, graban, toman las fotos y producen los contenidos, reflejando lo bueno que ven de sus barrios. 

“El comentario de los habitantes por estos días ha sido que los combos de bandas conocidas como la libertad y san antonio han estado enfrentándose por el control del territorio (…) esta semana se decretó un toque de queda en varios barrios y por eso decidimos cerrar”, asegura Agudelo.

Pese a esto, los cerca de de 500 jóvenes que han asistido durante los casi 10 años, las 64 ediciones que van del periódico con sus cinco mil ejemplares trimestrales, los cuatro programas de la emisora virtual, las más de 60 producciones audiovisuales realizadas, las investigaciones y los diferentes proyectos fotográficos, se suman a las pequeñas acciones de cambio reales que destacan el esfuerzo de dejar atrás la violencia en Medellín, y a las que las comunidades se aferran, esperando contar la historia de que los días amargos ya pasaron. 
 

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