Comienza el ahogo del sistema de observación electoral, firmón de las trampas chavistas, y la pretendida corte penal sudamericana que impulsaban Samper y Rafael Correa, para dar certificado de impunidad a sátrapas y criminales
Con el relevo de la Presidencia Pro-témpore de Unasur, que pasó de manos de Argentina a las de Bolivia, se ha desenmascarado la rebelión de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Perú, los seis países más poblados y prósperos de Sudamérica, contra el bloqueo del régimen chavista al nombramiento de un secretario general, postulado por Argentina, que represente a los gobiernos de centro y centro-derecha que hoy hacen mayoría en el organismo, a diferencia de lo ocurrido en la primera década del siglo, cuando este fue diseñado y dominado por gobiernos afines al “Socialismo del siglo XXI”.
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El primer paso de la insubordinación a la doctrina chavista es una carta, aún no publicada por las cancillerías que la suscribieron, que anuncia la suspensión de la membresía al grupo que Hugo Chávez creó para unir al sub-continente y, principalmente, para tener otra tribuna, sumada al Alba y la Celac, desde la cual tirar las barbas del tío Sam y hacer contrapeso a la OEA como instancia defensora de la democracia y los derechos humanos en el continente, cometido que en insulsa etapa casi logran los grupúsculos creados, y en gran parte financiados, por el fundador de la tiranía de Venezuela.
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La decisión devela las muy importantes razones tras la imposibilidad de la elección de quien reemplace a Ernesto Samper, quien dejó la Secretaría General del organismo en enero de 2017, tras haber contenido voces y acciones de respaldo a las fuerzas opositoras que han luchado por llevar la democracia a Venezuela e impulsado, con la ayuda del ecuatoriano Rafael Correa, la creación de una corte penal regional, que sirviera de amparo a las satrapías que en el continente han violado derechos humanos y suprimido libertades democráticas. El chavismo ha logrado la sobrevivencia de una instancia de observación electoral que ha servido para certificar las trampas electorales perpetrada en Venezuela.
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El paso de los países que representan el 68% de la población del subcontinente los exonera de seguir participando en las reuniones del grupo y aportando al mantenimiento de su costosa e inoperante burocracia. La decisión, sin embargo, no los exonera de las membresías que asumieron progresivamente a partir del 2004, cuando Hugo Chávez ideó esta arma anti-yanqui, independencia que sólo obtendrán cuando se decidan, como debieran hacerlo pronto a su retiro definitivo, decisión que serviría para fortalecer a la OEA y acompañar el que debe ser el gran propósito regional de minar al chavismo para permitir el florecimiento de la democracia en Venezuela.
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