Las cosas claras: Medellín

Autor: David Roll Vélez
24 agosto de 2017 - 12:08 AM

Las redes han saturado a las personas con información innecesaria y ya nadie lee noticias.

Hay gran confusión entre la ciudadanía en Colombia pero también en todo el mundo sobre lo que realmente está pasando en nuestro planeta, nuestro país y nuestro Medellín. En parte se debe a que las redes han saturado a las personas con información innecesaria y ya nadie lee noticias.

Pero si usted revisa con cierto detenimiento las principales revistas y periódicos de Colombia y el mundo, ve los noticieros y da una mirada a los medios de redes serios, descubrirá las siguientes diez verdades sobre la realidad de Medellín actualmente:

Buenas Noticias:

  1. POLÍTICA: Los tiempos en los que políticos inescrupulosos se repartían los cargos públicos y los contratos de la ciudad en cócteles familiares en extrañas “sedes políticas” al estilo Cosa Nostra quedaron atrás. Los líderes que han gobernado la ciudad en los últimos tiempos han sido personas de altas calidades académicas, increíbles capacidades gerenciales y gran sensibilidad social. Parece un milagro de película sensiblona, pero lo cierto es que surgió de algún lado el capital social, o confianza en lo público para cambiar lo que parecía inmodificable. Algunos piensan que fue un fenómeno de Ave Fénix, después del casi Jaque Mate en que nos sumió el narcoterrorismo antiestatal. Atrás quedaron también por fortuna las bombas en lugares públicos, el asesinado indiscriminado de policías  y la impotencia generalizada ante estos hechos, cuando llegamos a sentirnos casi abandonados por el resto del país.

Lea también: Las cosas claras Latinoamérica (II)

 

  1. URBANISMO: La ciudad de Medellín de una bella villa se había convertido en un muladar en el centro y una periferia feamente estratificada hasta los extremos. Pero como si se tratase de una cenicienta ayudada por un hada mágica se convirtió en una de las urbes más premiadas del mundo por su capacidad de transformación positiva y un destino turístico ya casi masivo. Una treintena de arquitectos urbanistas y políticos con buen tino, apoyados por unas clases medias y altas antes indiferentes a los asuntos públicos lograron que esa horrible oruga que había dejado el crecimiento de la industria y el comercio sin planificación, se convirtiese en la mariposa glamorosa que hoy es. La Alpujarra, los Pies Descalzos, Los Parques del Río, los programas de arborización y fomento de espacios verdes, la creación de un gran parque en la vecina Santa Helena, entre otros muchos más milagros que aciertos urbanísticos, hacen que nuestra ciudad, a la que de todos modos queríamos mucho en su rancio desaliño como el poeta costeño a su Cartagena, luzca de verdad hoy como una joyita.
  2. SEGURIDAD Y PAZ: Algunos quizá no recuerdan o acertadamente quieren olvidar esos años no muy lejanos en los que nuestra ciudad era la Belfast latinoamericana. Dicho con todo respeto por esa capital de Irlanda del Norte, perteneciente aún al Reino Unido, en la que una guerra urbana prolongada había convertido la vida cotidiana en un infierno. Ahora es un absoluto lugar de paz, aunque parecía que las heridas nunca se irían a curar. No quiero describir aquellos tiempos de viejo oeste nada poético en que nos sumió el narcotráfico armado en Medellín, que ahora recrean una y otra vez en seriales, camisetas y hasta tours, como una bofetada a nuestros malos recuerdos, y con un desconocimiento total de que como en las películas de niños  los malos fueron al final vencidos. Los que vivimos esa pesadilla a finales de los ochenta y principios de los noventa, nos movemos en Medellín ahora con las precauciones lógicas en una ciudad latinoamericana, pero con una extraña sensación de seguridad que por momentos no creíamos que volveríamos a experimentar en aquellos terribles momentos de nuestra historia reciente.

Además: Las cosas claras Latinoamérica (II)

Malas Noticias:

  1. POLÍTICA: Tampoco nos digamos mentiras. Medellín no escapa, a pesar de los líderes posmodernos que ha tenido últimamente, a la crisis política nacional en la que estamos, donde la ciudadanía observa estupefacta que las peleas están por encima del bienestar ciudadano. Saben los nuestros que aún pervive parte de esa plaga anterior en el sistema de la vieja clase política corrupta y les cuesta distinguir quienes de los que vienen de ese origen y dicen haberse transformado son ruiseñores o vampiros. Ven además con asombro como los nuevos políticos, surgidos de ese capital social o interés ciudadano por lo público, no solo se enfrentan y descalifican entre ellos, sino que abortan los procesos urbanísticos en pleno desarrollo de sus antecesores o desconocen los verdaderos logros de sus sucesores. Como en la película de Civil War de Marvel, no entendemos que hacen peleando entre sí Capitán América, Hombre Araña y Iron Man, mientras los malos se ríen de la infantil disputa y se preparan para volver al poder.

5. URBANISMO. ¿No había pues una línea clara entre esos nuevos políticos descorbatados y los arquitectos de la generación posdesastre urbanístico sobre hacia donde debía ir la ciudad en su diseño estratégico en lo sucesivo? ¿A cuenta de qué entonces esa descalificación mutua de las obras de los unos y los otros? Por si no se dieron cuenta la gente se está ahogando en nuestra ciudad gótica por la contaminación y tal vez nuestra burbujita no nos protegió. ¿Hasta cuándo se puede vivir de premios internacionales y menciones en las revistas de viajes, por muy Lonely Planet o Discovery que sean? Debatan el proyecto hacia el futuro abiertamente, tomen una decisión conjunta y conviértanla en proyecto de Estado independiente de quien gane las elecciones. Además por favor, cuéntenos a quienes nos interesa Medellín, vivamos o no en ella todavía, de qué va la cosa y por qué es que no nos enteramos.

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