Desde este lunes las fórmulas presidenciales se redujeron a siete tras la renuncia a su aspiración de la exsenadora Piedad Córdoba.
Por lo ocurrido en las elecciones legislativas del 11 de marzo, que jalonadas por las consultas interpartidistas de la derecha y de la izquierda tuvieron una inusitada participación de 17 millones de electores, se estima que en la primera vuelta presidencial de mayo, por la polarización existente, por los miedos y por las mentiras, podrían votar hasta 20 millones de ciudadanos colombianos.
Entonces, si un candidato quiere ganar de una y evitar una segunda ronda el 17 de junio, tendrá que sacar dentro de seis semanas más de 10 millones de apoyos de sufragantes.
Así las cosas, la carrera presidencial entró en una muy complicada ecuación de trigonometría política, pues todos los candidatos hacen sus propias cuentas, sus sumas y restas, para mirar sus verdaderas posibilidades o resultados.
En esas cuentas anda el Centro Democrático, que tiene como fórmula presidencial al desconocido pero sorprendente Iván Duque Márquez y a Marta Lucía Ramírez, pareja que tiene como gran jefe de debate al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien está trabajando en vincular socios al proyecto que tiene como mira central que el uribismo retorne al poder.
Pero este ejercicio matemático electoral se complica y se dificulta por la guerra en los resultados de las encuestas, como acaba de ocurrir con los datos de intención de voto de la encuesta del Centro Nacional de Consultoría y ahora con los de Opinómetro, que con menos de cinco días de diferencia arrojan resultados muy distintos.
Mientras el primer sondeo registró un descenso de Iván Duque luego de haber pasado la efervescencia y calor de la consulta interpartidista y lo ubicó en un 36%, ahora la segunda empresa estadística, lo pone a tiro de alcanzar el 50% más uno de la votación, con un 42% que lo catapultaría a la primera magistratura del Estado.
Lo cierto es que los estrategas del uribismo, ante el hecho de que ya llegaron al techo de seguidores de la derecha, están intentando acercarsen al electorado político del centro, pero con el problema que este segmento está muy hacinado de otros candidatos, como son los casos de Fajardo, Vargas y De la Calle.
Ese trabajo con esos sectores centristas es el que adelanta sin mostrarse mucho el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien teme que su candidato vaya a segunda vuelta y le ocurra lo mismo que a Óscar Iván Zuluaga en el 2014, quien después de ganar la primera vuelta, sucumbió en la segunda instancia electoral ante Santos y toda la maquinaria gubernamental.
Por su parte, el segundo en las encuestas, el representante de la izquierda Gustavo Petro, también está cambiando de estrategia y no se está mostrando tan conflictivo e incisivo en los debates, precisamente también buscando con ello a los votantes indefinidos del centro para cosechar sufragios que le están haciendo falta para no dejarse desbancar de la gran oportunidad de pasar a la segunda vuelta y en esa instancia llegar a acuerdos que le permitan a la izquierda colombiana ser por primera vez alternativa de poder.
El problema o los cálculos de Petro es que necesita doblar sus 2.8 millones de la consulta interpartidista y esperar que la intención de voto de la derecha con Duque no siga creciendo, para forzar un duelo decisivo en junio. Pero esto no parece fácil al menos porque parece que los simpatizantes de Petro ya llegaron al máximo y por eso anda coqueteando respaldos políticos en el centro, a los que intenta conquistar con su discurso más moderado, programático y coherente.
Sin tener en cuenta las incongruencias o las inconsistencias de las encuestas, se nota transcurrido un mes de las elecciones del 11 de marzo una mejoría o reacción en los candidatos de la franja de centro, como son Sergio Fajardo, Germán Vargas Lleras y un poco menos que los dos anteriores Humberto de la Calle.
Fajardo y su socios Claudia López y Jorge Robledo están tratando de evitar que haya más deslizamientos de votos verdes y del Polo hacia Petro, quien junto con el matemático y exgobernador antioqueño se están apropiando del discurso contra la corrupción, pero al cual también están llegando los demás candidatos, como un tema de moda y que da votos.
Germán Vargas no sólo está pendiente de conformar una coalición con votos políticos de los partidos tradicionales y con la U, sino que su cambio de postura frente al tema de la paz con las Farc, que ahora apoya, tiene el objetivo de ganar adeptos en el electorado de centro, donde puede crecer con la mira de alcanzar y pasar a Petro en el último tramo de la campaña.
Y a Humberto De la Calle no le queda otra que aferrarse a los dos millones de votos de su Partido Liberal y conseguir los votos de centro con su discurso serio y responsable.
La idea de los tres candidatos del centro es mantener en sus extremos de derecha y de izquierda a Duque y Petro y disputarse ellos los votos.
Así las cosas, la campaña está a toda marcha, los candidatos buscando cualquier votico para que después no haga falta y como siempre ya se comenzó a hablar de los llamados acuerdos “programáticos” que tanto surgen por estas coyunturas.
Entre tanto, la candidata presidencial colombiana Piedad Córdoba anunció este lunes su retirada de la contienda electoral por el movimiento Poder Ciudadano y por motivos familiares.
Córdoba explicó en un acto en Bogotá que su abandono a la aspiración presidencial se debe a la delicada salud de su madre, quien se encuentra hospitalizada, y pidió a sus seguidores que la “entiendan”.
“Mi retirada de la carrera electoral no presupone en modo alguno mi retirada de la política”, aseguró Córdoba, puesto que, según dijo, para ella “la política es una pasión”.
Su compañero de fórmula vicepresidencial, Jaime Araújo, denunció que la política fue “discriminada” durante la campaña presidencial por ser “mujer”, ser “afrodescendiente” y por sus ideas de orientación izquierdista.
“Piedad Córdoba ha sido discriminada por tres causales: por ser mujer, por ser afro y por ser mujer democrática”, aseguró Araújo, quien criticó que a los debates presidenciales no haya sido invitada la candidata.
Córdoba, por su parte, afirmó que ha sido “invisibilizada” en la campaña para las elecciones presidenciales del próximo 27 de mayo para las cuales las últimas encuestas le daban menos del 1% de intención de voto.
Ella fue senadora entre 1994 y 2010 por el Partido Liberal, y en 2010 fue inhabilitada por 18 años por el entonces procurador general de Colombia, Alejandro Ordóñez, por supuestos vínculos con la guerrilla de las Farc, hoy convertida en partido político.
Esa medida fue anulada en octubre de 2016 por el Consejo de Estado y la exsenadora pudo retomar su actividad política.