Sobre una calle de doble vía es imposible pensar en separar un área dedicada a la bicicleta. A no ser que la cultura ciudadana sea perfecta y nadie se parquee en ningún lugar de la vía para evitar trancones.
Es imposible dudar de la buena intención de las últimas administraciones municipales por dotar a la ciudad de abundantes ciclorrutas como alternativa a la movilidad en Medellín.
Nadie duda tampoco que para enfrentar el problema de la movilidad hay que emplear todas las formas de lucha existentes y por existir, lo que técnicamente se conoce como los multimodos o las soluciones multimodales.
Sin embargo, una cosa es construir una ciudad y planificarla desde cero, y otro es ir haciendo intervenciones a lo largo de los años, para irse acomodando a las diferentes necesidades y al aprovechamiento de las oportunidades que van apareciendo.
Sobre una calle de doble vía es imposible pensar en separar un área dedicada a la bicicleta. A no ser que la cultura ciudadana sea perfecta y nadie se parquee en ningún lugar de la vía para evitar trancones, o que las autoridades de tránsito estén atentas y tengan los recursos y herramientas necesarias para evitar que esto suceda o trasladar los vehículos infractores a algún lugar especial. Igual ocurre para calles cuya amplitud asemejan vías de 3 o 4 calzadas, lo que requiere no solo señalización, sino también espacio. El ejemplo lo tenemos en la calle 49 B entre las carreras 74 y 78, donde la intervención quedó muy bien hecha, la señalización perfecta, pero los carros se siguen parqueando, se incrementaron las congestiones, y el área para la ciclovía se mantiene casi sola, porque recordemos que menos del 1% de la movilidad de la ciudad se da gracias a los ciclistas y sus bicicletas. Será cuestión de tiempo, de motivación y de culturización, o si no, esa platica se perderá, no sin haber contribuido antes a generar malestares entre algunos ciudadanos y residentes aledaños a dichas ciclo rutas.
Otra cosa es que la proyección de nuevas vías contemple desde los diseños estas posibilidades, y si se quiere, y ojalá así sea, de una vez para METROPLUS y por qué no para las motos, sin perder de vista las aceras, las bahías para subir y bajar pasajeros por parte de buses, taxis y vehículos privados, pero no le pidamos peras al olmo: no en todas partes se puede demarcar o construir ciclo rutas.
Ojalá la nueva administración continúe con el programa, haciendo las evaluaciones pertinentes y garantizando el impacto positivo de estas estrategias, así como intensificar los programas de los corredores verdes, la habilitación apropiada y el aumento de bahías, el mejoramiento de la plataforma de aceras y separadores y de manera intensa e intensiva, el mejoramiento y crecimiento del alumbrado público y la señalización tanto para temas de tránsito como de nomenclatura y de ubicación.
Ahora que la integracionitis está de moda, deben ser previsivos sus promotores con respecto a la evaluación de sus múltiples variables. Hoy hablamos de la Provincia de Cartama, se vuelve a hablar del Área Metropolitana de Oriente o de la Provincia de Oriente, lo cual es absolutamente válido y legítimo, pero debemos tener en cuenta que todavía no sabemos elaborar con todas las de la ley, ni mucho menos, hacer respetar los simples Planes de Ordenamiento Territorial –POT- que en un país tercermundista como el nuestro, llegan a nivel Municipal, mientras que en latitudes desarrolladas, se tienen también desarrollados a los equivalentes Colombianos de POT Departamental y de POT de País. El estudio profundo del uso y destino del suelo y del problema no resuelto de la propiedad y tenencia de la tierra, son circunstancias que atentan contra la efectividad y la eficiencia de estos procesos.
NOTA: Una contradicción evidente se da cuando se requiere hacer algún arreglo o mejora en las mal llamadas autopistas sur y norte, porque son vías nacionales. Sin embargo, para afectarlas con el pico y placa, ahí si no hay impedimento. ¡Qué viva Locombia!
Dice Magola en una reciente caricatura: “¡Hay países que no son una Patria, son un karma!”