Los hechos no mienten

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
27 abril de 2019 - 09:05 PM

Lo que quieren los colombianos saber es si pueden poner por encima de sus intereses personales, los intereses supremos del país y llegar a acuerdos con el gobierno sobre este y otros temas

Medellín

Alfonso Monsalve Solórzano

Esta semana ha estado plena de noticias políticas: la orden de captura a alias el paisa, por incumplimiento reiterado de sus obligaciones con la JEP, pero manteniéndolo dentro de esa jurisdicción; el debate en el Senado sobre las objeciones a la Ley Estatutaria de aquella; la presencia de vándalos en las movilizaciones del paro nacional y la pérdida de la curul de Ángela Robledo. Todos estos hechos se relacionan con la feroz oposición de las fuerzas de izquierda al gobierno de Duque y la que le hacen el Partido Liberal, Cambio Radical y el Partido de la U.

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Cualquier colombiano sabe que la oposición de la izquierda radical comenzó el día mismo en que el presidente Duque ganó, anunciada por el derrotado Petro, quien llamo a la resistencia y a la movilización.

Y no era una amenaza, sino un verdadero plan con el objetivo de hacer inviable al gobierno de Duque y aprovechar el caos para ganar espacio en las elecciones locales y regionales de este año, como catapulta para la Presidencia, si es que antes no lograban la salida del presidente.

Vimos, entonces, salir a los estudiantes a la calle, la inmensa mayoría de buena fe, con algunos dirigentes que proponían consignas que nada tenían que ver con las peticiones, las cuales fueron atendidas por el gobierno de manera más que razonable y con infiltrados que practicaban la violencia y generaban el caos, especialmente en Bogotá. Luego vinieron las movilizaciones y paros de Fecode, con exigencias que nada tienen que ver con el interés gremial de los profesores, sino a la agenda que la izquierda radical ha decidido para ellos.

Después, la larga etapa de los desórdenes y violencia -26 días- encabezada por algunos dirigentes Nasa en el Cauca, que causó muertos, entre ellos un policía, un número desconocido de indígenas que falleció cuando les estallaron unos explosivos, graves desordenes violentos en la Universidad del Valle, en los cuales a otro individuo se le explotó un artefacto que iba a lanzar contra el Esmad.

Y el 25 de abril, un paro nacional promovido, entre otros, por la CUT, Fecode y la dirigencia estudiantil, contra el Plan de Desarrollo del Gobierno de Duque -que apenas está en discusión y puede, por tanto, hacérsele observaciones por los canales institucionales y el diálogo civilizado- y en defensa de la ley estatutaria de la JEP, sin modificaciones. Paro que produjo violentos desmanes que los colombianos vimos por televisión, por parte de encapuchados, con ataques inmisericordes contra la policía que indefensa vigilaba la plaza de Bolívar. Este, es el primero de los paros nacionales que se repetirá periódicamente, cada quince días.

La agitación y la violencia callejera y en las carreteras está coordinada con la acción en el Congreso: rechazo visceral a cualquier proyecto del gobierno, desde la reforma tributaria, pasando por las normas anticorrupción, el Plan de Desarrollo y la propuesta de reforma de 6 de los 153 artículos de la ley estatutaria de la JEP, a pesar de que apuntaban a impedir que fueran indultados criminales de lesa humanidad responsables de delitos sexuales, incluso con sus combatientes mujeres, la mayoría de las cuales fue reclutada a la fuerza y violadas infinitas veces por los comandantes y otros personajes de esa organización, desde la tierna edad de 11 o 12 años; y, que además buscaba que narcotraficantes que no eran de la guerrilla se colaran, con la complicidad de los comandantes, en las listas de guerrilleros con derechos a beneficios de impunidad, como en efecto aconteció.

Precisamente fue esa discusión sobre las objeciones la que llevó al enfrentamiento verbal entre Uribe y Petro. Este de manera artera aseveró una vez más, una entre decenas de miles de ocasiones, que Uribe tiene vínculos con el paramilitarismo, o, peor, que es paramilitar y mafioso. Esto a pesar de que el expresidente ha sido, por muchos años, el hombre más investigado del país, en ese sentido -y en cualquier otro imaginable- sin que se le haya podido probar nada, a pesar de los debates de Petro y sus amigos en el Congreso y en la sociedad colombiana, los montajes y trampas judiciales a las que ha sido sometido y la persistente y masiva difamación en los medios y las redes sociales. A estas alturas para la mayoría de los colombianos está claro que Uribe es inocente de esos cargos, que se trata de un hombre decente cuyo único pecado es haber lidiado una lucha contra el ataque a la democracia por parte de la extrema izquierda nacional y extranjera (Venezuela, Cuba, Nicaragua, el Foro de Sao Paulo, la mamertería europea, etc.), con alto costo personal de su parte.

En cambio, Petro es un confeso militante del M-19 que nunca ha pedido perdón por las atrocidades de ese grupo, que violó la ley cuando fue alcalde y durante su mandato repartió mermelada a diestra y siniestra con decenas de miles de contratos inútiles para asegurase una base electoral en Bogotá; que no ha podido explicar el video donde se le ve recibiendo, a la manera obscura y sospechosa, un dinero, y que para colmo de ironías funda un movimiento que se llama ¡¡¡Los Decentes!!!! Una contradicción total entre la palabra y los hechos. Él no necesita la transfusión intravenosa de valeriana que le recetó burlonamente a Uribe cuando, este, cansado de tanta tropelía le dijo sicario moral; lo que ese senador requiere es una transfusión intravenosa de todas las dosis de decencia que haya en el mundo.

Como la necesita la exrepresentante Ángela Robledo, que perdió su curul por doble militancia y en su desesperación, como quien no quiere la cosa, dijo que “el sicariato fue el legado que dejó la mafia, en especial en Antioquia”, para insinuar que Uribe, que es antioqueño, es mafioso y sicario y que la mayoría de los antioqueños también lo son (por el simple delito de que el departamento no es el feudo electoral de la señora Robledo). Antioquia ha sufrido el atroz crimen del sicariato, pero también, otras regiones del país, tal vez menos visible pero más letal, como la que realizó el M-19, que asesino a José Raquel Mercado y a otros muchos, o los muy numerosos que realizaron y realizan los matones de las Farc y otras guerrillas. Y si alguien combatió las mafias, las guerrillas, los paramilitares y los sicarios de estas organizaciones, fue Uribe como presidente. La señora Robledo también necesita una trasfusión enorme de decencia.

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Por otro lado, la JEP, cuyos magistrados son casi todos simpatizantes o militantes de la izquierda. acaba de comprobar que fue hecha para servir a las Farc. Presionada por la opinión pública, ordenó la orden de captura para alias el paisa, pero lo mantiene bajo su jurisdicción, lo que significa que, si lo capturan, pagará entre 5 y 8 años de cárcel uno de los peores, si no el pero matón de las Farc.

En este contexto, el país espera expectante la actuación de los miembros del Partido Liberal, Cambio Radical y de la U en el Congreso, que busca forzar a Duque a que vuelva a las prácticas corruptas de la mermelada de Santos, de las que vivieron ocho años y sin la cual parece que no pueden sobrevivir en el escenario político, so pena de que el gobierno vea perecer sus iniciativas en el Congreso. Y lo que quieren los colombianos saber es si pueden poner por encima de sus intereses personales, los intereses supremos del país y llegar a acuerdos con el gobierno sobre este y otros temas que garanticen la viabilidad de los proyectos del presidente en el parlamento. Si el gobierno de Duque fracasa, ellos también, porque una vez perdido el poder en manos de la izquierda radical, podrán pasar decenas de años de miseria y dictadura, antes de que eventualmente las fuerzas democráticas recuperen el poder. Y si no, vean a Venezuela y Cuba.

Me he extendido, pero quería presentar este panorama para contribuir a que los ciudadanos analicen la realidad política de nuestro país y cierren filas en defensa de la democracia. Los hechos no mienten.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-04-28 10:54:13
El panorama planteado por Don Alfonso es real, cierto y aterrador. Pero dudo que los partidos Liberal ,Cambio Radical y de la U se olviden de la funesta mermelada para recuperar la dignidad perdida y , así puedan , como dice el columnista " ... poner por encima de sus intereses personales, los intereses supremos del país y llegar a acuerdos con el gobierno sobre este y otros temas." Lo que nos lleva a declarar que estaremos muy atentos a lo que suceda a partir de mañana en el Congreso, para ir decantando las opiniones e ir a las urnas con la mente clara en las próximas elecciones parlamentarias. De Petro y sus fechorías, de sus partidarios, nada qué agregar, porque es lastimoso el cuadro.

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