Los pueblitos de Gabiria y Munera

Autor: Luis Fernando Múnera López
6 agosto de 2018 - 12:09 AM

Los pueblecitos de Gabiria y Munera son especiales gracias a su belleza sencilla y tranquila. Fueron dos visitas breves, gratas y estimulantes. Una especie de peregrinación.

Algunos sentimos gusto por conocer nuestros orígenes familiares. Las razones que nos mueven difieren de persona a persona. La motivación para mi esposa, Clara Inés Gaviria, y para mí ha sido conocer los valores que tuvieron nuestros ancestros.
El apellido Gaviria llegó a Medellín en 1676 con don Carlos Troconis de Gabiria. El apellido Múnera llegó a la ciudad de Antioquia hacia 1640 con don Antonio Zapata Gómez de Munera. Esos “des” indican los lugares de origen de dichos señores, es decir los poblados de Gabiria y Munera en España. Sus descendientes en Colombia cambiaron sus apellidos por Gaviria y Múnera. 
Nos dio inmensa alegría la oportunidad que tuvimos en junio de 2018 de conocer esas dos poblaciones. Son dos municipios pequeños, rurales, de vida tranquila. En ellos encontramos semejanzas con la vida y la idiosincrasia antioqueñas.
Gabiria está en la provincia de Guipúzcoa, en la comunidad autónoma de Euskadi o País Vasco, a unos 420 kilómetros al nordeste de Madrid y a cien kilómetros al este de Bilbao. 
Después de salir de Bilbao hacia Gabiria se atraviesan asentamientos industriales, que muestran la pujanza de esta comunidad autónoma, y, de paso, invitan a compararla con la de los antioqueños. Se deja atrás la autopista y se inicia un largo ascenso por carreteras ondulantes, con bellos paisajes de montaña, riscos imponentes y cumbres nevadas a lo lejos, separadas por cañones profundos. Finalmente se llega a Gabiria. Es un pueblo muy pequeño, con una población de unos quinientos habitantes, de clase media alta. 

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Del pasado glorioso de los nobles señores que en la Edad Media habitaban el castillo de Gabiria y apoyaban a sus reyes, se pasó al pueblo tranquilo y bonito que es hoy. En el centro del poblado se encuentran la sede del ayuntamiento; la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una joya de la época medieval; la escuela de niños; la casa de la Cultura; un pequeño mercado, y el cementerio en lo alto de una colina. Casi la totalidad de los habitantes de Gabiria tienen allí su residencia y trabajan en empresas y negocios de las ciudades cercanas. 
Munera es un municipio de la provincia de Albacete, en la comunidad autónoma de Castilla La Mancha, la tierra de don Quijote, y está situado a 240 kilómetros al sudeste de Madrid. Se deja la autopista para adentrarse en la extensa planicie de La Mancha, que se pierde en el horizonte, cargada de cultivos de olivares, viñedos, pastos y pequeños pueblos aislados.

La historia de Munera se pierde en el pasado sin que haya registros documentales que la narren. En sus alrededores se han encontrado rastros del hombre de la edad de piedra y de la edad de bronce. Igualmente, vestigios de cerámica y de enterramientos, así como ruinas de una necrópolis y una calzada romanas. Todo indica que el poblado de Munera nació en la época de los visigodos, antes del siglo octavo
A pesar de que el nombre del pueblo no se menciona en la novela, está demostrado que Munera forma parte de los recorridos de don Quijote en sus andanzas por La Mancha. En particular, el pasaje de las Bodas de Camacho tuvo lugar en Munera. 
Munera es un pueblo rural, pequeño y bonito. Nos recordó varios municipios antioqueños. Su población es de apenas 3.600 habitantes, que se dedican principalmente al cultivo de olivares y viñedos, cuyos frutos tienen un mercado amplio y rentable. El nivel de vida de la población es bueno. En Munera se vive una actividad cultural rica y variada, dedicada a mantener sus tradiciones y sus industrias artesanales, y a cultivar la literatura, el teatro y la música. Durante el año, celebra al menos doce eventos culturales de diferente naturaleza. 

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Tuvimos el gusto y el privilegio de ser recibidos por su alcaldesa, Ángeles Martínez, una mujer culta, afectuosa y amable, quien nos habló largamente sobre el pueblo y nos regaló varios libros y folletos relacionados con él. Al despedirnos manifestó que sintió nuestra visita como un reencuentro de familia.
Los pueblecitos de Gabiria y Munera son especiales gracias a su belleza sencilla y tranquila. Fueron dos visitas breves, gratas y estimulantes. Una especie de peregrinación. Dan ganas de volver.

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