Como si no bastara con semejantes fuerzas poderosas cuentan, además, con los mecanismos de la trampa electoral que ya funcionó efectivamente en las elecciones presidenciales del 2014
Por Mariano Ospina Hernández
El acto electoral del 11 de marzo es de una trascendencia fundamental para el futuro de Colombia.
Allí se definirá si nuestro país continúa en una ruta de formación y desarrollo con base en los principios de ética y moral del cristianismo y con base en los principios de la democracia participativa, o si caerá en las manos de los promotores de la corrupción, de la violencia, de la injusticia y del narcotráfico.
Los candidatos al Congreso que defenderán aquellos principios tradicionales de la Colombia republicana, son los que representan a la gran mayoría de los colombianos que no son criminales, ni corruptos, ni falsos testigos, ni parlamentarios “enmermelados” como ya se demostró en el Plebiscito del 2 octubre de 2016.
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Pero esas mayorías se enfrentan al poderoso contubernio Santos–Farc que cuenta no sólo con los miles de millones del presupuesto nacional, nutrido con nuestros impuestos, y los miles de millones de dólares de los narcotraficantes y sus armas de aterrador poder destructivo, que nunca entregaron a pesar de lo que digan Santos y su negociadores, sino también con el conocido equipo de jueces corruptos y de parlamentarios vendidos.
Y como si no bastara con semejantes fuerzas poderosas cuentan, además, con los mecanismos de la trampa electoral que ya funcionó efectivamente en las elecciones presidenciales del 2014 y que hoy sigue en manos de Thomas Greg & Sons.
En estas circunstancias aparece otro peligroso enemigo para la democracia colombiana que denominamos los TIBIOS, o sea quienes no saben si votar o no, o si votar en blanco para no comprometerse. Ese tipo de sujetos ya fue señalado claramente en la Biblia como se lee en el libro del Apocalipsis: “Así, pues, como eres tibio, y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
Con base en lo anterior es muy posible que del voto de esos tibios o indiferentes dependa la suerte de Colombia, por lo cual insistimos en invitarlos a votar por las personas de reconocida honorabilidad, de esas que jamás se han visto envueltas en escándalos de corrupción o de cualquier otro tipo de delitos, que son fácilmente identificables pues figuran en las listas de las colectividades políticas llamadas de Derecha, esto es, de aquellas que defienden la Libertad con Orden, la Justicia con rectitud, el Cristianismo y la Moral como pilares de la sociedad y los valores familiares tradicionales, tales como el matrimonio entre hombre y mujer, el respeto por la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, y en general, aquellos que hicieron grandes y prósperas a las naciones que alcanzaron su desarrollo mediante la práctica del Bien Común.