El bogotano buscó la forma de poder disfrutar su pasión por el fúbol y terminó siendo precursor del deporte en las personas con problemas de visión.
El abogado y futbolista aficionado Luis Antonio Castañeda entrena a diario en el Parque Nacional de Bogotá con el balón para ciegos que él mismo inventó hace décadas y que permite que varias generaciones de invidentes salgan del aislamiento y la soledad gracias al deporte.
Este bogotano de casi sesenta años se quedó ciego con apenas siete en un aparatoso accidente cuando observaba unos ejercicios militares que se realizaban en la Escuela de Cadetes y un artefacto estalló tan cerca suyo que lo despojó para siempre del sentido de la vista.
"Yo adapté el primer balón en Colombia para invidentes. Antes los ciegos jugaban a 'futlata', chutando una latas grandes o tarros que hacían ruido con el suelo. Una vez me regalaron una pelota de fútbol de plástico y le metí latas de cerveza aplastadas por dentro y así nació el invento", explicó Castañeda en una pausa de su entrenamiento.
Cada martes y viernes, el letrado bogotano juega junto a una veintena de jóvenes con la selección de fútbol para ciegos de Cundinamarca, región colombiana cuya capital es Bogotá.
Según presume Castañeada, equipos alemanes, polacos y checos utilizan sus balones, que vende por entre 20 y 60 dólares.
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"El ciego que juega a fútbol se desplaza muy bien y rápido, tienen más carácter y personalidad para enfrentarse la vida y también reciben más reconocimiento por parte de la sociedad", resaltó este futbolista "amateur" cuyos estudios de derecho fueron costeados por una empresa que conoció su historia por televisión.
"Sin ellos, seguramente sería un mendigo pidiendo limosna en la calle", reconoció.
El fútbol para ciegos, también conocido como "fútbol sonoro", es considerado deporte paralímpico desde 1996, en él se utiliza un ruidoso balón y cada equipo con el que juegan pequeños equipos de personas ciegas o con un disminución visual severa -que deben jugar con cubreojos- junto a un arquero que sí puede ver.
Durante los partidos, los jugadores repiten sin parar la palabra "voy", seña que deben dar a los otros futbolistas para evitar accidentes y choques involuntarios mientras dirigen sus intenciones al portero.
Otra característica de este del fútbol para invidentes es que en los partidos hay varios "llamadores" que se dividen el campo para dar indicaciones a los jugadores, regidos por las reglas de la Fifa pero con pequeñas variaciones.
Según explicó Juan Carlos, entrenador del equipo de invidentes que entrena casi a diario en Bogotá, en Colombia la mayoría de regiones cuentan con equipos de ciegos desde finales de los años 90.
"Hay una selección colombiana de ciegos que lleva mucho representando el país, este año jugamos en panamericanos en Brasil y ahora nos estamos preparando para la Copa América de Chile y que dará cupos para el Mundial que se celebrará el próximo año en Madrid", resaltó.
El joven, que lleva vinculado a este deporte desde los tres años a pesar de poder ver a la perfección, destacó que esta modalidad tiene "mucha competencia" porque los invidentes se baten con personas sin ninguna discapacidad, como los porteros.
"Gracias a este juego, los deportistas adquieren más agudeza en el oído, que son sus ojos dentro del campo. También ganan independencia y autonomía fuera de la cancha. Jugando y durante las competiciones no dependen de nadie en nada", resaltó el técnico.
Según el joven "si hay un apoyo mínimo sobre la persona ciega, esta puede ser sobresaliente en el campo que ella elija" y afeó a la sociedad "vidente" por tratar a los ciegos como un estorbo, a pesar de que estos pueden valerse y destacar en todos los campos de la vida, incluso ante una portería, también cuando no la ven.