Maximiliano tiene en su abuelo su propio historiador

Autor: Giselle Tatiana Rojas Pérez
5 abril de 2019 - 05:55 PM

“Nunca se es tan viejo como para escribir una novela”, dijo un día el profesor Jorge Alberto Velásquez Peláez, experto en negocios internacionales, quien se estrenó en el género novelista hace ya dos años. Para EL MUNDO el autor contó algunas infidencias.

Medellín

“Cuando ya se ha recorrido un largo trayecto, y se toma la decisión de recoger los frutos cosechados, se comprende que han sido variados los caminos transitados, y no queda más que distinguir cuáles fueron los correctos y los tal vez equivocados o desviados, y el cuerpo se dispone a simplemente dejarse llevar”, así lo relató el escritor Jorge Alberto Velásquez Peláez, a quien la sola noticia de que iba a ser abuelo, le dio el impulso para decidirse a escribir algo diferente y con las anteriores palabras argumentó su osadía.

“Algún día me dio por dejar de ser tan ‘ladrilludo’ y traté de escribir algo más interesante, una novela”, el autor se refería a Todos los caminos conducen a Maximiliano, libro publicado en 2017 por el Fondo Editorial de la Universidad de Envigado.

Se trata de una escritura, como bien lo dijo él, diferente. Después de publicar tres libros sobre gerencia de exportaciones, el también analista de comercio, exconsultor internacional y profesor de negocios internacionales en UPB, le sacó tiempo al relato de su propia vida, escrito en sátira y lleno de datos históricos y chismes políticos.

“La vida me ha sido larga, ustedes lo pueden ver por los años. Hay muchas cosas recorridas, escribí esta novela autobiográfica, que coincidió con el nacimiento de mi nieto, Maximiliano, y se la dediqué a él”, contó.

Al principio del libro se lee: “Maximiliano, no lo leas todavía, pero es para ti”.

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En otras palabras, este autor local se volvió poeta y escritor para su nieto, le quiso dejar un libro para que él al leerlo aprenda la historia local, de parte de una voz amiga, una voz tierna, la voz que tiene un abuelo feliz de serlo.

Cuando emprendió la lectura, encontró en su esposa, Silvia, la voz crítica del mismo. En su casa, por ese tiempo, se adoptó la rutina de escribir, muy duro, durante el día, para en la noche pasarle a su compañera los borradores y esperar, cruzando dedos, las observaciones de lo logrado.

Terminada la escritura, llegó a su casa la noticia de una convocatoria del Fondo Editorial de la Universidad de Envigado para publicar a nuevas novelas, y, como quien no quiere la cosa, el autor la envió y el resultado ya se sabe.

El libro se vende en Panamericana (Avenida El Poblado No. 6S-150 y en C. C. Los Molinos), Librería Nacional (con cinco puntos de venta en la ciudad, uno de ellos en el C. C. Unicentro), Librería Grammata (calle 49B No. 75 33) y los derechos de distribución los tiene Lemoine Editores (con sede en Bogotá).


Un relato anecdótico

El autor, simplemente, se dedicó a narrar su vida en momentos como la Medellín asediada por la violencia de los años noventa, contando infidencias familiares, por ejemplo, el cómo paso de recibir constantemente la visita de un joven, el novio de su hermana, quien parecía un hombre bueno, hasta que este llegó a convertirse en un ‘traqueto’. Y así, entre más anécdotas, se va combinando la narración del día a día de su vida. Además, destacando otros hitos de la historia local, como la osadía que fue el salvarle la vida a un tío suyo, Álvaro Velásquez Ospina, el primer trasplantado de corazón en Colombia.

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Inclusive, Jorge Alberto Velásquez Peláez logró destacar las dualidades de la historia de Medellín en sus relatos. Vale decir, mientras Pablo Escobar mataba a la gente, en los hospitales de la ciudad eran más los héroes salvando vidas.

En general, Todos los caminos conducen a Maximiliano es un libro divertido, se trata del interés del autor por contar las historias que ha vivido; hay que decirlo, desde su propia ‘filosofía campechana’ o jardineña.

Aparecen en el relato personajes conocidos, como Noemí Sanín, Rodrigo Pardo, García Peña, Guillermo Alberto González, Alberto Casas, Juan Fernando Cristo, Luis Alberto Moreno, Luis Guillermo Giraldo,  una señora quien fuera la moza de Samper, el expresidente colombiano, y hasta un afamado cardenal al que hubo que quitarle el nombre en el libro para evitar líos.

A esta novela, el escritor la denomina como El Hildebrando contemporáneo, haciendo un símil con Hildebrando, de Jorge Franco Vélez, libro publicado por la editorial Bedout, en 1984.

 



Estructura de la narración 

Todos los caminos conducen a Maximiliano

Para ser muy descriptivos con la novela autobiográfica, hay que contar que Jorge Alberto habla de su natal Jardín, municipio del suroeste de Antioquia, en el capítulo I, El paraíso se llama Jardín, en el que describe sus maravillas paisajistas. Luego, en Cuando Medellín era primavera, capítulo II, se narra cómo su familia se vino a La Bella Villa en virtud del ideal de progreso.

Continuando con los detalles del libro, se debe destacar que el escritor de Antioquia no siempre ha surcado estas tierras, en el capítulo III, Niñez en una mágica Villanueva, entregó detalles de esa osadía, ahí todavía seguía siendo niño, todavía tenía pelo; sin embargo, la vida siguió y le permitió regresar a la cuna que lo vio crecer, y en Medellín, el paraíso perdido, capítulo IV, continuó haciendo historia de las dinámicas de progreso vividas por los medellinenses. 

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Pero la vida siempre toma nuevos aires con la llegada del amor, y en el capítulo V, Silvia, la del Dodge Coronel, Velásquez Peláez, ya en tiempos entre la adolescencia y la juventud, confesó sus peripecias amorosas, cómo vivió el noviazgo y se lanzó al ruedo de matrimonio.

También, el llegar a la vida profesional es un hecho importante en la existencia del hombre, y este escritor en el capítulo VI, Cómo surgía un joven profesional en el siglo XX, permite entender el entramado académico que requiere su profesión, y en los años noventa, en medio de la Medellín ‘traquetonga’ que se vivió, su profesión entró en la encrucijada del poder, como lo demuestra en el capítulo VII, Él destruye vidas..., él compone corazones.

De la misma forma, tras haber sido nombrado concejero comercial de la Embajada de Colombia en Venezuela, el profesor universitario debió mudarse al vecino país con su familia, y en el capítulo VIII, llamado "Cónchale vale", de una manera más técnica, hizo alarde de sus conocimientos en el área de negocios.

Y es que en Todos los caminos conducen a Maximiliano, siendo un libro de vida, el autor logró mostrar a Venezuela, a partir del aspecto histórico, como una patria “muy despierta” antes de la llegada al poder de Hugo Chávez. Partiendo del éxito que logró junto a su equipo con las exportaciones a ese país hermano, que fue muy grande, Jorge Alberto se convirtió en una voz que entrega detalles de la transformación que vivió ese Estado con su libro.

Por otro lado, y al llegar casi al final de la estructura de esta narración, en los capítulos IX al XII, el autor hace el recuento de su “vida después de…”, las infidencias del quehacer diario tras abandonar los cargos públicos, el regreso a la academia, pero como profesor, y la dedicación al “tiempo propio”, el cual consideró: “Se hace tan necesario a cierta edad”. Dichos capítulos se llaman Vidas cortas, vidas prolongadas; Cómo vivir felices en un país bipolar, Y un cuarto. La infidelidad y Amigos de ayer... amigos de hoy.

En último lugar, este relato novelístico concluye con el nacimiento de Maximiliano, el hijo de su hijo, el nieto anhelado por quien emprendió el reto de escribir una novela.
 

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