Un absurdo crecimiento del parque automotor, más el deficiente seguimiento al control de emisiones, reafirman a este sector como el causante del mayor volumen de material particulado
Los ciudadanos de Medellín tenemos muchos motivos para estar descontentos, angustiados, para sentirnos inseguros, pues todo a nuestro alrededor, aunque está mal, tiende a empeorar y no tenemos a dónde ir a quejarnos. El alcalde Federico Gutiérrez (Fico para el candidato Santiago Gómez) en su tempranísima campaña para la Presidencia, no escatima en gastos para promoverse mediante separatas en la prensa, donde habla de las bondades de su mandato; o para viajar al exterior, bajo el supuesto de promover a Medellín en toda suerte de eventos. Lo que está obligado a ejecutar por mandato del voto popular, lo convierte en un sinnúmero de eslóganes, detrás de los cuales se han invertido alegremente millones de los pesos que todos nosotros pagamos. Traigo a colación el asunto del medio ambiente, su visión, ejecuciones y falencias.
Dice Gutiérrez “cuando el planeta experimenta un calentamiento global, en Medellín, la temperatura en algunas de las zonas con más calor está bajando… 10 grados en superficie y 4 en el entorno de los 30 Corredores Verdes” (costaron $45.000 millones) y agrega sin ruborizarse, que los 20.000 árboles sembrados contrarrestan el calentamiento del planeta. Añade que para reducir las partículas contaminantes de aire adquirió 64 buses para Metroplús, 200 taxis y 7 vehículos para el tránsito, eléctricos todos. Aconseja el uso de biciparqueaderos, practicar la ecoconducción, el teletrabajo y horarios flexibles. Promete mejoramiento de la calidad de combustible para nov 2019. Reporta limpieza de residuos y sedimentos en quebradas y la sustitución de 11.200 m2 de pisos duros por zonas verdes. En la Av. Oriental el reemplazo de 2,3 km de cemento por jardines que “producen 12.600 kg de oxígeno”; no importa que él mismo esté demoliendo estos jardines, para la construcción de estaciones de Metroplús. Y se ufana de la firma de una alianza con Corea del Sur para movilidad inteligente, por 12.5 millones de dólares.
¿Pero qué sucedió en realidad? Un absurdo crecimiento del parque automotor, más el deficiente seguimiento al control de emisiones, reafirman a este sector como el causante del mayor volumen de material particulado. Además de tener el pico y placa más inocuo del país, el alcalde recula ante el ladrido de los comerciantes cuando se incrementa su horario. Se toleran campañas agresivas para la venta de motocicletas, calificadas como grandes contaminadoras por gases y por ruido; pero recurrida solución ante un transporte público ineficiente. Quebradas como La Hueso, Chocho, Iguaná, si drenadas, no resisten un aguacero, se salen de madre llegando a ocupar vías o a arrastrar los barrios aledaños, al mejor estilo de los arroyos en Barranquilla; y para la principal, la Santa Elena, no se contempla su intervención, a pesar de que lleva en sus entrañas el potencial para producir una emergencia que podría llevarse por delante gran parte del centro de la ciudad. La intensiva construcción de torres de concreto para vivienda y de cristal para oficinas, aporta su cuota en el incremento de la temperatura, donde brillan por su ausencia los eslóganes del alcalde: Urbanismo ambiental y Ciudad verde. Pero cual autista pregona en un libelo: “Hemos logrado reducir la temperatura en más de dos grados… y la ciudadanía ya lo siente”. Ante tantas frases huecas sobre lo verde y sostenible que es Medellín, llama la atención la cifra presentada por Contraloría y la Universidad Nacional sobre muertes por contaminación que entre 2011 y 2016 fueron 22.900 y consultas por enfermedad respiratoria aguda 3’642.809.
Una política rompedora y de verdadera transformación debería considerar: a) peatonalizar (como en Milán) el centro de la ciudad y los parques de los barrios, b) ampliar el pico y placa a 12 horas al día, para 6 números y de lunes a sábado, c) mejorar y volver más atractivo el sistema de transporte público: construir los tranvías más urgentes, recortar las frecuencias de metro, tranvía, Metroplús y metrocable, para reducir la congestión en las estaciones, d) total rigor con la revisión técnico mecánica, e) sacar radicalmente (de forma escalonada) los vehículos que utilizan diésel y finalmente prohibirlo; chatarrizar los vehículos obsoletos, f) crear incentivos para que la ciudadanía siembre y cuide los árboles y zonas verdes (de hecho hay comunidades que ya lo hacen a título personal), g) regular las chimeneas de las industrias contaminantes, en la perspectiva de sacarlos de la ciudad.
“El Consejo de Estado dejó en firme las medidas cautelares que ordenó el Tribunal Administrativo de Antioquia en marzo del año pasado para prevenir alertas por la contaminación del aire en Medellín… la administración local no ha hecho lo suficiente para mitigar las altas concentraciones de material particulado… se debe mantener la orden judicial… la calidad del aire en Medellín vulnera los derechos colectivos a gozar de un medio ambiente sano… (y ordenó) evitar que la contaminación en ninguna época del año llegue a niveles que excedan el color amarillo (moderado)” (El Espectador 14/8/2019). Alcalde ¿así nos fue?
Fuentes: El Espectador, El Colombiano, Gente, Semana Sostenible.