Migrar en tiempos de xenofobia

Autor: Manuel Manrique Castro
30 octubre de 2018 - 09:05 PM

El Pacto Mundial sobre Migración intenta cubrir de manera comprensiva las múltiples dimensiones de la migración internacional.

Pende sobre ellos la advertencia de no llegar a la frontera de México con Estado Unidos, pero siguen avanzando, aunque cada día son menos.  Saben también del riesgo de ser separados de sus hijos y las noticias sobre adultos criminalizados por cruzar al otro lado se repiten constantemente. Su única esperanza es el asilo. Los hondureños se fueron por asfixia social, aunque la situación no es muy diferente en El Salvador o Guatemala. La sobrevivencia cada día en jaque y la violencia no se detiene ni ante los más pobres.

Con la ropa en el cuerpo y como si se tratara de la huida de una catástrofe natural, miles de hondureños desesperados salieron de su país dispuestos a enfrentar primero a la migración mexicana y después la Tolerancia cero de Donald Trump. Una multitud que incluye más de 2,000 niños y mujeres embarazadas, víctimas del desorden económico y social centroamericano.  Lo usual solía ser que los hombres llegaran a USA para cuidar, a la distancia, de hijos y familias.  Esta vez los hijos van con ellos.

Lea también: La Venezuela errante

En México se encontraron con el momento providencial: Peña Nieto en sus últimos días como presidente y López Obrador, interesado en darle un rumbo nuevo a la política migratoria de su país, aconsejando evitar incidente alguno que lamentar. México tampoco podía repetir lo que su gente sufre cuando intenta cruzar el Rio Grande. He allí la explicación para que la frontera mexicana se abriera con inusitada facilidad, comparada con tiempos anteriores.

Ambos, el mandatario saliente y el entrante son, sin embargo, objeto de amenazas del presidente estadounidense, interesado en hacer de la frágil e indefensa columna de caminantes centroamericanos un riesgo a la poderosa seguridad de ese país, en buena medida porque dentro de una semana tendrán lugar las decisivas elecciones legislativas.

Las imágenes impactantes de la llamada caravana centroamericana remiten inmediatamente al éxodo venezolano y por extensión a otras tantas situaciones semejantes. La migración en todas sus formas y múltiples tragedias es uno de los grandes fenómenos de nuestra época y no hay región del mundo ajena a las formas extremas que hoy tiene. Fenómeno urgido de un gran acuerdo internacional que establezca parámetros renovados para su manejo, más aún en tiempos de incertidumbre como los actuales. En la actualidad hay cerca de 260 millones de migrantes viviendo lejos de sus países de origen.

Será un trabajo arduo y complicado, nadie lo duda; así ha sido con varios instrumentos de validez universal como la Convención de Derechos Humanos o el Convenio de La Haya sobre adopciones, pero bien vale la pena el esfuerzo y ojalá, el resultado positivo final.

Vea además: Tolerancia cero también con la niñez

En esa línea se inscribe la propuesta de Pacto Mundial sobre Migración -el primer acuerdo negociado entre gobiernos y elaborado bajo los auspicios de las Naciones Unidas.  Se trata de una iniciativa cuyo propósito es cubrir de manera comprensiva las múltiples dimensiones de la migración internacional.

El Pacto será legalmente no vinculante y ese es su principal talón de Aquiles. Reconoce la soberanía de los estados, enfatiza la importancia de la responsabilidad compartida, la no discriminación, los derechos humanos y destaca la importancia de la cooperación conjunta como herramienta esencial para identificar las potencialidades de la migración.  Sin ingenuidad reconoce también “los riesgos y desafíos para las personas y comunidades en los países de origen, a lo largo del tránsito y en el destino”. Confiemos que los 18 meses de trabajo en el seno de la ONU culminen con la aprobación del Pacto por la migración segura, ordenada y regular cuando la conferencia intergubernamental se lleve a cabo en Marruecos los días 10 y 11 diciembre próximos.

Son tiempos extremamente difíciles, la xenofobia está en alta y no pocos gobiernos optan por el cierre de sus fronteras. A la vez, momento justo para poner sobre la mesa una opción civilizatoria que propone manejar este delicado asunto con una óptica justa y humana.

 

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