Después de tres años compartiendo escenario con Colombiamoda, Moda para el Mundo regresó al centro y le abrió la puerta a la academia.
Moda Para el Mundo volvió ayer a su escenario natural, entre el cuadrante de la Avenida del Ferrocarril, las calles Ayacucho, Colombia y la Avenida Regional. Los comerciantes estaban a la expectativa ante lo que sería el acto inaugural que marcaría oficialmente el regreso de esta feria al asfalto de Medellín, luego de tres años compartiendo recinto con Colombiamoda.
Antes de las 8:00 a.m, los organizadores ultimaban detalles para recibir a los visitantes que se acercaban al Centro Mundial de la Moda, donde el certamen se alojará durante dos días más de feria (27 y 28 de julio).
Gabriel Alvarado, director de la feria, dividía su tiempo entre la revisión de su discurso de instalación, coordinar aspectos logísticos en la adecuación de los módulos comerciales de la feria, atender los interrogantes de algún periodista o saludar a alguno de los comerciantes que le manifestaban la satisfacción de estar nuevamente en el espacio que hace trece años le dio vida a Moda Para el Mundo; él estaba a la vista, moviéndose de un lado a otro y atento a los detalles con la habilidad que da la experiencia.
Tras escena todo era más afanoso, a medida que avanzaba la ceremonia de instalación de la feria se acercaba más el momento para la pasarela inaugural: “Oportunidad más talento”, en la que los cuatro estudiantes con mejor desempeño académico en diferentes escuelas de diseño tendrían su primer desfile y así sacar sus creaciones de las aulas y presentarlas a la ciudad.
Andrea Bonolis de la Escuela Arturo Tejada, Danilce Urán del Pascual Bravo, Lizeth Londoño del Cesde y Luis Ramírez de Esditec ultimaban cada detalle junto al grupo de modelos y maquilladoras que se encargarían de llevar a cabo su primera pasarela.
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Entre los cuatro estudiantes había un ambiente de colegaje. A pesar de la ansiedad evidente, sabían que su trabajo ahora debía conjugarse con el de modelos y maquilladoras, sólo una preocupación quedaba en el aire y la expresó Luis Ramírez “ahora sólo necesitamos que nos dé el tiempo entre cada cambio de los modelos”.
Cuando el reloj señaló las 11:05 a.m inició el desfile, y el primer llamado fue para Bonolis; ahora la estudiante sólo podía ver su creación a través de un monitor ubicado en el camerino le resultó imposible disimular la emoción que sentía ante la aparición de cada modelo luciendo su creación.
El grupo de modelos fue ágil al momento de los cambios, las maquilladoras estaban listas para preparar la nueva salida y los cuatro estudiantes dividían su tiempo entre el monitor que les mostraba la pasarela y los detalles para la aparición de una nueva colección.
Después de 50 minutos y cuatro salidas, el grupo de modelos salió junto a los cuatro estudiantes que luego de agradecer al público regresaron al camerino, ahora como diseñadores, eufóricos y aún incrédulos de ese bautizo en pasarela al que acababan de asistir.
Alvarado había hecho una pausa en el dinamismo de la jornada para ser parte del público que presenció el desfile; una pasarela que para él tenía un matiz especial, transportarse diez años atrás y recordar el momento en el que Cultura E reconoció en Nezzio, un proyecto de su autoría, las condiciones para ser presentado en una plataforma de ciudad.