Habitantes de las grandes ciudades del mundo, categorizados entre los ricos por el acceso que tienen al bienestar, y los pobladores de las zonas más pobres, generalmente las rurales más atrasadas, comparten la tragedia de que el aire polucionado que están obligados a respirar pone en riesgo sus sistemas cardíaco, cerebrovascular y respiratorio, así como sus vidas. La conclusión es de la Organización Mundial de la Salud, que desde 2016 publica sus estudios sobre la calidad del aire en el mundo y su impacto en la salud humana. Estos le enseñaron, por ejemplo, que 7 millones de personas mueren anualmente por problemas de calidad del aire.

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En las grandes ciudades, los principales causantes de polución, así en algunas existan variables geográficas y climáticas que la OMS reconoce, son la contaminación industrial y la movilidad con vehículos a diesel o gasolina tradicional. Las alternativas que el organismo director de la salud en el mundo propone para solucionar ese problema son harto conocidas: transporte público suficiente y eficiente; promoción de los viajes a pie o en bicicleta, y el uso de combustibles limpios, como gas o energía eléctrica. Se trata, pues de respuestas que exigen inversión pública, desarrollo tecnológico y un cambio cultural en sociedades que han hecho del vehículo privado un símbolo de estatus y pujanza.

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En las zonas pobres, la mayoría rurales, la polución ocurre en los hogares, y especialmente en las cocinas, que están obligados a usar combustibles altamente contaminantes, como carbón, leña o aceites que al hacer combustión causan daño a la salud, indica la OMS que principalmente la de las mujeres y los niños. Hoy en el mundo existen cerca de 3.000 millones de personas, el 40% de la población, que cocinan generando polución en sus hogares. En Colombia, según la Upme, serían 2,5 millones de personas, cerca del 5% de la población, las que carecerían de acceso a la energía eléctrica. La solución para ellos pasa por la generación de condiciones de desarrollo socioeconómico que les faciliten el acceso a bienes esenciales, como hoy lo es la energía eléctrica.

En esfuerzo loable, que enriquece las discusiones mundiales sobre el medio ambiente, la OMS lidera la campaña Respira la vida, educativa sobre los efectos de la polución en la salud humana; ha construido una base de datos sobre los contaminantes PM10 y PM5 en 4.300 ciudades de 108 países del mundo que miden su aire, y promueve para el próximo 30 de octubre el Congreso mundial sobre calidad del aire y la salud. Su empeño aporta a un mundo que por fortuna tiene cada vez mayores preocupaciones por el estado de su aire, una discusión de la que Colombia tiene mucho que aprender, dadas las afectaciones a sus habitantes urbanos y los pobres, pero también bastante por aportar, dada su capacidad de generar energía limpia: la hidroeléctrica y la de nuevas fuentes en proceso de experimentación.

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