Las manifestaciones de protesta que tendrán lugar este fin de semana afectarán radicalmente esta decisión personal de Netanyahu
En estos días el gobierno israelí jefaturado por Netanyahu se ve abrumado por el dramático ascenso del covid-19 y los severos resultados políticos y económicos que trae consigo. La suma del creciente número de los afectados, las filosas tensiones en la coalición gubernamental y las airadas expresiones de protesta se traducen hoy en un abrupto declive de su liderazgo y amenazan conducir al cierre total del país.
En esta constelación y a fin de frenar tanto el severo encogimiento de la economía como el creciente enojo popular, Netanyahu dio un inesperado giro inspirado por algunos postulados presuntamente keynesianos: otorgar a cada ciudadano mayor de 18 años y sin considerar su nivel de ingreso una suma equivalente a 250 dólares, y, además, a los jefes de familia con uno hasta tres hijos un complemento de aproximadamente 1000 dólares.
Estas cantidades serían facilitadas en los próximos días a través del seguro social. Netanyahu reiteró que el uso de estas cantidades en compras en los mercados locales habrá de alentar la demanda y agilizará la recuperación de los mercados.
Bibi tomó esta decisión a pesar de las firmes objeciones de los funcionarios que componen el ministerio de finanzas. Algunos de ellos anunciaron que dejarán sus puestos en un acto de protesta.
Las primeras voces emitidas por la opinión pública en cuanto a esta decisión revelan discrepancias. Algunas argumentan que tales sumas no son suficientes en un país como Israel donde el salario mínimo frisa los mil dólares. Otras señalan con estridente enojo que los estratos de alto ingreso recibirán un soporte de que ningún modo necesitan. Cabe anticipar que las manifestaciones de protesta que tendrán lugar este fin de semana afectarán radicalmente esta decisión personal de Netanyahu.
En cualquier caso, se trata de una atrevida actitud que tanto líderes político como la teoría económica deberán considerar.