Prefieren acomodarse a las consignas establecidas tal como sucede en la sociedad moderna donde la alienación de las conciencias conduce al rebañismo, a la muerte de la libertad
Me refiero claro al refrán popular que reza: “Si quieres ser feliz como me dices, no analices muchacho, no analices” Porque llegar a emitir un juicio propio es algo que para siempre nos saca de la falsa bonhomía en que habíamos vivido sin asumir nuestra responsabilidad ante la vida y ante los otros ¿Por qué sustituí a Dios por el Partido? ¿Por qué acepto sin rechistar lo que me impone cada poder? La noción de individuo nace de este tipo de cuestionamiento necesario: Lo que se descubre entonces es la vida como una pregunta que no debe cesar ante cada hecho que compromete nuestra conducta personal. Debo preguntarme quién es Dios recuerda Kierkegaard, para poder reconocerlo y convertirlo no en la imagen que me impone un poder sino una permanente búsqueda existencial. Pero abrirse a una pregunta no es algo al alcance de las almas tibias que prefieren acomodarse a las consignas establecidas tal como sucede en la sociedad moderna donde la alienación de las conciencias conduce al rebañismo, a la muerte de la libertad. ¿Piensan los colombianos? o ¿por qué nunca llegan a pensar, a cuestionarse algo? La respuesta de Fernando González es certera: “porque los colombianos mueren huérfanos de realidad” ya que asumir los retos que nos hace la realidad es enfrentarnos a nosotros mismos, es decidir independientemente nuestro lenguaje, nuestra escritura. Sobre el impacto de los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de noviembre, sobre la era Trump, la crisis europea se han escrito ensayos muy importantes. Hay películas, novelas donde se analiza la mentira del juego político y su silenciada violencia en la actual sociedad española, italiana, mexicana, argentina, las trampas de la banca, el comercio de armas, los camuflajes de las nuevas mafias del narcotráfico, la trata de blancas, ya que el análisis de cada una de estas situaciones donde la sociedad es agredida, es lo que nos permite hacer una radiografía objetiva sobre acontecimientos que se hacen históricos por su gran complejidad ya que terminaron por desvirtuar la misión de la política, la ética empresarial o sea impactando negativamente nuestras conductas, nuestros destinos, lanzando a la sociedad a la mayor incertidumbre y a la mayor confusión. Por desgracia en Colombia solemos hacer lo contrario ante los traumas causados por cada nueva fractura social como las que acabamos de vivir tan dolorosamente y que necesitan de una reflexión profunda y objetiva para no repetir los errores y para no prolongar el odio que soterradamente están sembrando los sombríos perdedores de las elecciones ya que por desgracia parece que estamos como el avestruz escondiendo la cabeza en las tentaciones de la frivolidad comercial, mientras, tal como sucede con cierto periodismo, permitimos que se vuelvan costumbre la bajeza de la difamación y del infundio.
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En manos de los agitadores a sueldo, de los demagogos reencauchados para la ocasión, este mutante terrorismo distrae a los incautos de la tarea de hacer frente a los verdaderos problemas que vive el país ante la ruina económica que premeditadamente dejó el gobierno anterior, ante los intentos de un neopopulismo de caricaturizar la cultura bajo los señuelos del peor de los identatarismos maduristas y sobre todo para recordar a esos alaracosos perdedores que ellos firmaron su acuerdo de paz renunciando a la violencia, al juego sucio de seguir intentando desestabilizar el país olvidando que su verdadera tarea consiste en fundamentar la existencia de una oposición política respetuosa del libre juego de opiniones que se supone es la esencia de una democracia.
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