No hay espacio en el Centro para tanto informal

Autor: Juan Camilo Quiceno Ramírez
15 octubre de 2017 - 02:00 PM

Las ventas informales en el Centro siguen siendo un dolor de cabeza para la Administración municipal, tras los esfuerzos para regularlas, no ha sido posible ejercer un control apropiado en la ocupación del espacio público, situación que inquieta a muchos afectados.

Medellín

La informalidad comercial en el Centro de Medellín debe regularse para reducir los impactos adversos que esta tiene sobre el espacio público, la movilidad, la seguridad y la rentabilidad del comercio legalmente constituido. En este punto convergen diferentes voces que hacen parte de esa realidad en la zona céntrica de la capital antioqueña.

Para Héctor Vásquez, de la Escuela Nacional Sindical (ENS), la saturación que presenta el espacio público por parte de los venteros es producto de “los altos índices de desempleo existentes en la ciudad”. Por eso argumentó que el panorama del comercio informal allí presente es una muestra de “la debilidad del Estado social, que si tuviera la capacidad para garantizarle a cada trabajador cesante o desempleado un ingreso mínimo, esas personas no tendrían que acudir a las calles”.

No obstante, aunque las cifras se acercan a un estimado de 20.000 venteros posicionados sobre el espacio público, no todos cabrían en las aceras del corazón de la ciudad. Solamente en el centro histórico se concentran alrededor de 13.009 mercaderes no registrados formalmente, cuando la capacidad máxima del espacio apenas permite albergar a 4.000 de ellos de manera organizada, indicó la gerente del Plan Integral del Centro adscrito a la Alcaldía de Medellín, Pilar Velilla.

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Sobre la situación actual en ventas irregulares, el director ejecutivo de la Asociación de Comerciantes de Guayaquil (Asoguayaquil), Daniel Manzano, denunció que “definitivamente se volvió un negocio el espacio público para los grupos políticos y para las bandas criminales que venden el metro cuadrado de la calle en $400.000 y hasta en un $1.000.000. Además se convirtió en una renta para el microtráfico porque este toma fuerza a causa de la informalidad no regulada”.

“La calle Pichincha se convirtió en el corredor de todo el microtráfico. Maturín a pesar de todos los golpes que ha dado la autoridad sigue siendo un fortín de la delincuencia. Es muy importante que la Administración tenga claro que se debe recuperar el espacio público del Centro de la ciudad controlando la informalidad”, aseveró.

Disenso entre las partes
Desde la gerencia del Plan Integral del Centro se clarificó que se articularon esfuerzos entre diversas secretarías para materializar la recuperación del espacio y la organización de los venteros. A través de un sistema de registro se realizaron 60 preguntas a cada informal que mercadea en el Centro. De esta manera, explicó la gerente Velilla, se buscó  determinar “quiénes realmente están en condiciones de vulnerabilidad”, y requieren laborar allí con equidad pero contra la ilegalidad.

Sin embargo, para Daniel Manzano “a casi dos años de la presente Administración vemos que realmente es poco lo que se ha realizado, la invasión que en este momento está sufriendo el espacio público, prácticamente se multiplicó. En la actualidad todos los corredores de Carabobo, Maturín, Pichincha, Cúcuta y Tenerife están totalmente plagados de ventas informales”.

A juicio del director de Asoguayaquil, “algunos” de los mercaderes irregulares que ocupan las calles céntricas cumplen con el perfil para estar ahí, pero “un gran porcentaje -diría yo- están haciéndolo de manera irregular, la gente deja de estar en un local comercial aportando impuestos y se sale a las aceras porque en la calle no hay ningún control”.

Por su parte, el presidente de la Unión General de Trabajadores Informales (Ugti), Guillermo Giraldo, coincidió en que se debe mejorar el control al comercio informal “con unas políticas claras desde la Administración”, no obstante, “hay muchas indisciplinas sociales, el manejo (del espacio público) desafortunadamente no lo tiene la institucionalidad”.

“Queremos orden, esto no es un empleo temporal, es un estilo de vida, quienes realmente son venteros llevan gran tiempo de estadía en la calle, hay muchos que son ocasionales y se quedan porque la Administración es permisiva. Por esa razón se informaliza el comercio. Queremos una verdadera gobernabilidad, no una gestión de escritorio“, subrayó Giraldo.

En este contexto, Héctor Vásquez indicó que “es importante ofrecer otras alternativas de trabajo para disminuir la ocupación de las calles y se deben regular las ventas callejeras; hay personas que tienen dos o más puestos, pero además las ‘bandolas’ (grupos delincuenciales) de Medellín también controlan la actividad. Ahí se necesita es una presencia mucho más fuerte del Estado”.

Las quejas y el compromiso
Ante las concepciones de los ciudadanos que habitan la zona céntrica, Velilla replicó: “Falta mucho por hacer, hay problemas muy difíciles de afrontar que no pueden ser resueltos en una sola administración pues llevan décadas influenciando negativamente el Centro”. 

“No estamos inventando un nuevo Centro y si bien la gran responsabilidad es de la Alcaldía, la sociedad y la empresa tienen papeles muy importantes en este proceso que yo llamo de civilización”, añadió.

De acuerdo con el director ejecutivo de Asoguayaquil “la Administración municipal tiene que sumarse” a los esfuerzos para controlar el crecimiento desproporcionado de las ventas informales en los corredores públicos, “de otra manera tanto los visitantes como los comerciantes formales no tendrán garantías”.

En esta misma línea, el presidente de la Ugti se quejó puesto que “no ha habido una institución que haga un trabajo de fondo, que tenga continuidad para favorecer a la población informal. No para que hayan más, sino para que se organicen”.

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Comentarios:

juan guillermo
juan guillermo
2017-10-19 18:42:09
el hambre no saca vacaciones....
augusto
augusto
2017-10-16 08:35:42
y probablemente son obra de testaferro de comerciantes inescrupulosos.

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