Se requiere recomponer el rumbo perdido, reestructurando el pacto- Estado actual, para sanearlo y extirparle los males (vicios y corrupción) que se han apoderado del control y poder de la organización social.
Cada cuatrienio se tiene la esperanza que las cosas van a ser distintas y que los cambios anunciados van a implementarse para hacer las correcciones que son indispensables al estado social actual, al modelo gubernamental -ya obsoleto y corrupto- que nos rige; pero muy pronto, el pueblo desengañado observa que se ha vuelto a incurrir en lo de siempre “los mismos con las mismas, para hacer de lo mismo”
En teoría (Jean-Jacques Rousseau y otros) se tiene que el estado se debe a la formación de la organización social, para brindar a todos los individuos- personas, así organizadas una mayor posibilidad de éxito y de bienestar. Las instituciones sociales son el producto de alianzas- pactos entre individuos, para luchar por la defensa del interés común.
Rousseau nos habla, en su “contrato social”, de la necesidad de que los individuos (los hombres asociados) busquen el mejoramiento de sus condiciones de vida, creando un “poder legítimo”, cuyo fin primordial es establecer un orden jurídico, un derecho con “sabias leyes” para “este horrible estado social”, el cual –decía- desnaturaliza y corrompe a “la sociedad naciente”, al hombre individualmente considerado.
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No cabe la más mínima duda que la idea del Estado, como máxima expresión de la sociedad, fue inspirada en la necesidad de que los individuos se organizaran socialmente, crearan instituciones y pudieran ejercer una “soberanía”, que según estos mismos principios creadores, fuera la garante del ejercicio de la libertad y la igualdad individual de todos y cada uno de los que hacen parte de dicha organización.
Se decía, por ello, que la soberanía así ejercida, como suprema representación de la voluntad de todos, debía oponerse a los nepotismos que surgen de la degradación de la organización, constituyéndose en motores de injusticia y desigualdad, negando la posibilidad de que los individuos logren alcanzar plenamente los ideales de bienestar, equilibrio, justica y paz.
Si el Estado, así concebido, es la herramienta fundamental para que los asociados-administrados, alcancemos nuestra plena realización (entiéndase libertad e igualdad), lejos estamos de que en el actual estado de cosas ello sea posible, requiriéndose, por éstas razones, de trascendentes y estructurales cambios y reformas en nuestra organización social y política que restablezcan el rumbo, la filosofía y la razón de ser de nuestra institucionalidad.
Ello indudablemente significa que en nuestro contracto o pacto social las indispensables “leyes sabias” y la “soberanía”, como la expresión de la libertad de todos, no lo son tanto y que, por ello, se requiere recomponer el rumbo perdido, reestructurando el pacto- Estado actual, para sanearlo y extirparle los males (vicios y corrupción) que se han apoderado del control y poder de la organización social, para entregárselo a unas minorías (nepotismos) que como se ha dicho –con el filósofo consultado- degeneraron en maldad, abuso, excesos y corrupción, haciendo a las mayorías esclavos de dichos vicios y caprichos.
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El inmolado dirigente Álvaro Gómez Hurtado, habló insistentemente sobre la necesidad de ese pacto ciudadano, “un gran acuerdo nacional sobre lo fundamental” -decía- registrando con preocupación y tristeza que “los partidos no están pensando en eso. El clientelismo ha absorbido todas sus energías”, lo que hace imposible que, a través de esta vía, podamos alcanzar “el restablecimiento integral de la ley; la recuperación del nivel moral en la administración; la reconstrucción de la justicia; la adopción de un modelo de desarrollo económico y la preservación de la ecología”, que fueron algunos de los puntos que desvelaron sus sueños y que hoy, a pesar del tiempo, siguen siendo el mayor anhelo de la inmensa mayoría del pueblo colombiano, ante la inmensa corrupción que invade nuestras instituciones.
Un nuevo Pacto Social cobra vital trascendencia en nuestro país, para el allanamiento real de cambios que conduzcan a la construcción de un modelo integral de desarrollo económico y social sostenible y al real restablecimiento de la paz y la grandeza ética, moral, social y política de nuestra patria.