Circula en Estados Unidos la obra Obama y el fotógrafo, momentos de memoria de la presidencia de Barack Obama, registrados por Pete Souza, el fotógrafo de la Casa Blanca. Este análisis se aproxima a la personalidad del fotografiado.
No hay que ir a la cuenta de twitter del presidente de los Estados Unidos para enterarse de lo que dice, y en general entristecerse o preocuparse. Los medios se han colgado de esa cuenta y se están ahorcando con ella seguramente, y nos repiten a diario sus diatribas, insultos o mentiras, en fin, nos muestran su escasa capacidad para gobernar y su extraña virtud de interpretar el mundo y la política en apenas 140 caracteres, o al revés, su incapacidad de explicar su trabajo con más de 140 caracteres y no creo que tenga como usar los 280.
Con seguridad Pete Souza piensa en el presidente Trump cuando publica en su cuenta de Instagram imágenes sin apenas texto del presidente Obama en diversos momentos de sus ocho años de presidencia.
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Salvo en el gremio del fotoperiodismo o del periodismo político norteamericano, pocos reconocen ese nombre, el de Pete Souza, pero claro todos reconocemos los de Barack Obama o Donald Trump, esas dos figuras contrapuestas, de caracteres distintos de manera radical. Y de pocas maneras se ve tan patente la abismal diferencia entre los dos personajes como en las fotografías. Que para Obama junto con sus discursos han sido su principal arma de propaganda.
Pete Souza ha tenido la suerte, y el duro trabajo, de ser el fotógrafo en jefe de dos grandes actores políticos y dramáticos, Ronald Reagan y Barack Obama. A estas alturas, con el desprestigio del político profesional en máximos, uno no sabe, al ver las fotografías de Reagan el actor de westerns serie B, y sobre todo las de Obama,el muy humano estadista, tomadas por Souza, si estamos ante un grandísimo actor que puede en un segundo improvisar emociones profundas, llorar, abrazar, fingir amor sin límites por Michelle y sus hijas, o hacer pose de estadista. O si este fotógrafo tiene realmente un sentido de la oportunidad único y un conocimiento tan íntimo del expresidente que logra anticipar el disparo de la cámara a la acción del excomandante en jefe. O si lo de Obama es la mezcla de algo de sinceridad rodeada por una gruesa capa de carisma, pues si en alguna disciplina la verdad no es esencial es en la política y entonces Pete Souza simplemente ha registrado, sin mayor esfuerzo, ocho años de la vida de un hombre más que inteligente y ese síque es un rasgo determinante de cualquier político exitoso.
Pero no fue solo así, siendo para Obama la imagen y la retórica, sus principales estrategias de propaganda y las mejores maneras que encontró de mostrar el tamaño del cambio que se había producido: la llegada de un negro a la presidencia del país más poderoso,decidió desde el principio darle acceso casi ilimitado a Souza e ignorarlo, actuando siempre con la idea de que el fotógrafo no estaba ahí, como si fuera el hombre invisible. Y les funcionó. Souza y Obama han producido juntos un buen número de clásicos del fotoperiodismo.
En enero de este año Pete Souza abrió su cuenta de Instagram y se ha vuelto un lugar de resistencia. 1.6 millones de seguidores encuentran allí solaz de la brutalidad trumpista y dela tontería.Para algunos el mejor troll de Trump es este fotógrafo que, cuando el presidente trina alaridos contra el Obamacare, publica la serie de fotos de la sanción de esta histórica ley, o cuando el presidente trina que Obama jamás reconfortó a los familiares de soldados o víctimas de ataques terroristas, ni los abrazo, Souza se dedica un día completo a publicar cientos de sus fotografías de Obama abrazando, orando, llorando con familias de militares o sobrevivientes de atentados y de las usuales balaceras, que se producen en escuelas, cines e iglesias de ese armado país, en ejercicio de la segunda enmienda constitucional.
Y hace una semana publicó el libro Obama: un retrato íntimo, un mamotreto de 2.5 kilos y 520 páginas, que casi de manera instantánea llegó a los primeros lugares de ventas. Cuenta New Yorker que en los lanzamientos que se están sucediendo por todo el país se distribuyen kleenex, porque no pocos lloran al ver las famosas fotografías y escuchar las descripciones del autor. En su web y en Instagram Souza ha ido contándonos el suceso informando de más fechas, de nuevas ciudades, de boletería agotada y de cambio de salas para dar cabida a la oleada de gente que está yendo a ver, con nostalgia, al último estadista que ocupó la Casa Blanca temiendo que de pronto sea el último.