El papa fue recibido a pie del "Pastor Uno" por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y autoridades de la Conferencia Episcopal, así como por el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, y el canciller chileno, Heraldo Muñoz, entre otras personalidades.
El papa Francisco llegó este lunes a Chile para realizar una visita de Estado de tres días, durante la cual celebrará misas masivas en las ciudades de Santiago, Temuco e Iquique, y sostendrá encuentros con autoridades y representantes de la Iglesia católica y de la sociedad civil.
El avión de la compañía Alitalia que transportaba al pontífice y su séquito arribó al aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez de Santiago a las 19.14 hora local (22.14 GMT), tras un viaje de más de quince horas procedente de Fiumicino, en Roma.
El papa fue recibido a pie del "Pastor Uno" por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y autoridades de la Conferencia Episcopal, así como por el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, y el canciller chileno, Heraldo Muñoz, entre otras personalidades.
"Bienvenido a Chile, papa Francisco! Lo recibe un país que ha cambiado desde la visita de Juan Pablo II. Somos una sociedad más justa, libre y tolerante, pero con desigualdades que requieren del mensaje de esperanza de un hermano espiritual de Alberto Hurtado", tuiteó la presidenta Bachelet tras recibir al Jorge Mario Bergoglio.
También aguardaba al pontífice la Orquesta Sinfónica Infantil Metropolitana, que interpretó una pieza musical para dar la bienvenida al pontífice, y una representación de los más de 15.000 jóvenes voluntarios que colaboran en la organización de la visita.
La ceremonia de bienvenida, durante la cual no hubo mensajes del pontífice ni de la jefa de Estado, se desarrolló según el protocolo previsto, a excepción del momento en que un grupo de alcaldes, encabezados por el edil de Germán Codina, del municipio de Puente Alto, rompió la fila y se acercó al papa para estrecharle la mano.
Posteriormente, Francisco se subió en el asiento del copiloto de un vehículo híbrido para dirigirse a la parroquia de San Luis Beltrán, donde se detuvo a orar ante la tumba de Enrique Alvear, conocido como el "obispo de los pobres" y quien se distinguió durante la dictadura militar (1973-1990) por ser un firme defensor de los derechos humanos.
Al concluir la ceremonia de bienvenida, el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, se refirió en declaraciones a los periodistas a las profundas diferencias entre este viaje apostólico y el que en 1987 realizó a Chile el papa Juan Pablo II.
"Eran momentos muy difíciles, cuando los chilenos querían hablarle al papa de la dictadura, de las violaciones a los derechos humanos. Eran tiempos oscuros. Con este papa son otros los desafíos. La emigración, la pobreza, los pueblos originarios, la desigualdad", subrayó el canciller.
En alusión al encuentro privado que mañana sostendrán el papa Francisco y la presidenta Bachelet, el titular de Exteriores subrayó que ambos "tienen visiones muy parecidas". Y preguntado sobre si tiene algún temor de que el pontífice hable de la conflictiva relación entre Chile y Bolivia, Muñoz respondió que "el papa puede hablar de lo que él estime conveniente".
"Él tiene que hablar su palabra, él sabe nuestra posición. Estamos muy alegres de su visita. Yo he visto en Naciones Unidas a moros y cristianos recibirle con los brazos abiertos por los esfuerzos que hace por el humanismo y los más vulnerables", destacó el jefe de la diplomacia chilena.