Es imposible decir una frase más oportuna y bella para toda Colombia.
Si decimos Su Santidad el Papa nos referimos al ilustrísimo personaje que nos ha visitado y sobre quien guardamos respeto y agradecimiento por haber venido a nuestro país. Pero el término papa también puede referirse a un simple tubérculo o al papá o padre de unos hijos.
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La visita del Santo Padre fue algo maravilloso pues centró a toda Colombia como un país que hace esfuerzos para salir de épocas terribles en las que se mezclaba el futuro de cada ciudadano con guerrilleros y narcotraficantes.
Esperamos que la venida de Su Santidad el Papa sirva para reorientar a toda Colombia y que se acaben el narcotráfico y la violencia absurda que sólo inventa simulaciones con apariencias ideológicas como son todos esos delitos imperdonables. También tenemos que repensar en un mundo en donde vivamos lejos de la delincuencia y de la corrupción pues hoy vivimos en un momento en el que se dan un poco más de 19.000 casos concretos de delitos que se le aplican a personajes de las autoridades judiciales.
Lo más interesante que nos deja la visita del Papa es que podamos soñar en una Colombia que se aleje de la delincuencia y que nos ofrezca una vida tranquila lejos de pensar únicamente en el dinero.
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El actual Papa no nos trae profundas ideologías teológicas en latín sino una realidad sobre la vida en donde lo único que haya que buscar sea la paz y la alegría dentro de una vida sencilla. Fue una cosa muy curiosa cuando al Papa se le acercó un niño que le entregó un regalo que resultó ser una ruana de lana blanca. El Papa inmediatamente se la puso pero tan curioso regalo debería haber estado acompañado de una explicación sobre el origen del término ‘ruana’, que era el nombre real del paño importado que llegaba a Colombia de la ciudad francesa de Rouen. Pero el Papa inteligentemente le dijo a todos los niños: “No se dejen robar la alegría y la felicidad”. Es imposible decir una frase más oportuna y bella para toda Colombia.