Que asquerosidad

Autor: Rodrigo Pareja
17 marzo de 2020 - 12:01 AM

En aras de hacerle creer a Colombia su absoluta neutralidad, lo único que consiguió fue que al final quedara y permanezca escandalizada por su silencio, de pronto hasta explicable en esa época, pero inaudito y de ningún recibo al momento actual

Medellín

Desde hace muchos años es sabido que el país se mueve en casi todos los aspectos, al ritmo y el querer de cuatro o cinco grandes grupos empresariales, los cuales anteponen sus propios intereses a los de millones de ciudadanos, ya acostumbrados y resignados a ese estado de cosas.

Pero como dice la sabiduría popular, cualquier situación por extrema que sea es susceptible de empeorar, y es lo que acaba de suceder con la aparición de otro gran grupo empresarial, puede que neófito en acciones, intereses, porcentajes y demás terminachos económicos, pero eso sí, ducho como el que más, en el tejemaneje electoral.

Aunque ya se intuía su existencia y de él se tenían suficientes referencias, en los últimos meses irrumpió con inusitada presencia y significativos personajes, la mayoría de ellos muy poco recomendables y con antecedentes que no los hacen dignos de ninguna confianza.

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Este exitoso Grupo Empresarial Electoral, con sede en Barranquilla, pero con ramificaciones en distintos sitios del país, ya había sido detectado el 30 de mayo de 2018 por el entonces fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, quien en una actitud inexplicable – casi cómplice – tiró la piedra y escondió la mano.

Es decir, supo de sus andanzas y exitosos negocios ilegales, pero no se sabe por qué, movido por quien o quienes y en un acto misterioso, pasó de agache, guardó silencio y permitió que el tal organismo criminal, siguiera delinquiendo y coronara sus propósitos.

Debe recordarse para que la memoria no se borre, lo que gritó a los cuatro vientos el fiscal, Néstor Humberto Martínez, el 30 de mayo de 2018: “En Barranquilla hemos descubierto una verdadera empresa, una organización criminal dedicada a la compra de votos, con organigramas, con manuales de funciones”,

“El país va a quedar escandalizado cuando se conozca, y no lo haré sino después de la segunda vuelta, para que no digan que estoy interviniendo en política. La corrupción electoral es nauseabunda”, trinó el Fiscal.

En aras de hacerle creer a Colombia su absoluta neutralidad, lo único que consiguió fue que al final quedara y permanezca escandalizada por su silencio, de pronto hasta explicable en esa época, pero inaudito y de ningún recibo al momento actual, cuando todavía se espera alguna explicación a ese mutismo suyo, que de pronto tanto facilitó la culminación del gran negocio.

De los dueños de este nuevo y poderoso Grupo Empresarial Electoral, apenas una de sus accionistas, muy minoritaria por cierto, Aida Merlano, está pagando las verdes, las maduras y las podridas, mientras los grandes inversionistas siguen recibiendo retribuciones y aspiran a mayores y poderosas cuotas de poder.

Otro de sus accionistas considerado antes un anónimo y humilde n.n., José Guillermo Hernández, reencarnó de esas miserables iniciales a otras más ostentosas y actuales: Ñ.Ñ, y en compañía de encumbrados personajes parece estar incidiendo desde el más allá en los terrenales asuntos del más acá.

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Mientras tanto, y por lo que pueda sobrevenir en el futuro, es bueno reproducir lo que se encuentra en Wikipedia en relación con uno de los más altos funcionarios de cualquier gobierno: “Un fiscal no puede dirigir una investigación ni ejercer la acción penal pública sobre determinados hechos punibles (debe ser reemplazado,) cuando se configura, a su respecto, una causa legal de inhabilidad, las cuales están, generalmente, fundadas en el interés particular en el delito, o la amistad o enemistad o relación con los partícipes de tal hecho”.

TWITERCITO: Cualquier abuela sentenciaría, en su reconocida sabiduría, al que le caiga el guante que se lo chante.

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