El acelerado contagio por covid-19, el agravamiento, promedio, del 12% de los afectados -según la OMS- y tasas de mortalidad que oscilan entre 0,1% y el 15,8% de los enfermos -según la base de datos de la Universidad John Hopkins-, han sacudido los cimientos de los sistemas de salud, la ciencia médica, la innovación tecnológica y las instituciones de vigilancia en bioseguridad, que llevan sobre sí el reclamo social por soluciones seguras, económicas y oportunas, que permitan contener la expansión del contagio, salvar las vidas amenazadas y facilitar la recuperación de economías que languidecen. A esa tensión mundial no es ajena Colombia, país que intenta desarrollos tecnológicos a la medida de sus conocimientos, incipiente desarrollo de su sistema de Ciencia y Tecnología, así como sus capacidades para financiar la investigación biomédica.

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Aunque los científicos en todo el mundo hacen grandes esfuerzos para encontrar respuestas a las preguntas de todos, todavía parecen lejanos el hallazgo y producción de una vacuna, o una serie de ellas, que pueda inmunizar a la población; y la identificación de tratamientos seguros para los pacientes que reduzcan los tiempos de enfermedad, las consecuencias secundarias y la mortalidad. Para cada desarrollo la humanidad espera, además, que se ofrezca exento de patentes industriales, de manera que se garantice el acceso universal a la protección o los paliativos.

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Una de las soluciones más utilizadas en el tratamiento de enfermos respiratorios es su conexión a ventiladores artificiales, equipos especializados fabricados desde hace casi una centuria por importantes multinacionales. Desde los inicios de la pandemia, y en decisión que hace temer el comportamiento de algunas sociedades con sus avances contra la covid-19, los países fabricantes de estos equipos decidieron reteneros para sí, generando escasez y el consecuente encarecimiento, hasta duplicar los precios de algunos. La explosión de la pandemia encontró a Colombia, como a casi todo el mundo, sin suficiente capacidad de UCI; con investigaciones avanzadas sobre los sistemas de ventilación mecánica; ninguna experiencia sobre producción industrial de equipos, y el apremio de generar respuestas para atender a los pacientes que llegarán a los hospitales con la aceleración del contagio.

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Aunque no habían llegado a la producción en serie de ventiladores, los grupos de investigación de Bioingeniería de la Universidad de Antioquia, con veinte años de experiencia y calificación A1 de Colciencias, y de la Universidad EIA, con treinta años de experiencia en investigación, desarrollaron tres prototipos de ventiladores artificiales, que empresas como Auteco y Haceb anuncian que van a fabricar a costo, a fin de atender las necesidades nacionales de equipos que resuelvan urgencias nacionales y hasta algunas solicitudes de otros países necesitados de mejorar su capacidad de respuesta. La patente de estos equipos producto de la alianza InnspiraMED, propiciada por Ruta N, será de dominio público. Este proceso, que inició el pasado marzo y ha tenido el decidido apoyo de la Alcaldía de Medellín es ejemplo de cooperación entre saberes y capacidades puestas al servicio de la humanidad.

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Desde el inicio de su modelación, los tres prototipos de InnspiraMED han sido puestos a consideración del Invima, organismo que debe certificar su seguridad y otorgar licencias de producción y distribución. Aunque los aparatos ya superaron pruebas preclínicas con seres vivos, controladas por equipos científicos, el organismo regulador aún aplaza su licenciamiento, aduciendo la necesidad de asegurarse de que su uso no represente riesgos para pacientes, instituciones y personal de salud.  La toma, o no, de decisiones en medio de esta crisis inédita acarrea riesgos y, sin duda, propicia errores, por lo que hoy el imperativo para el Invima no debería ser tanto el de ofrecer certezas absolutas de la confiabilidad de los desarrollos, como se le han pedido en otros momentos, sino el de propiciar el desarrollo oportuno y económico de soluciones debidamente estudiadas y probadas por equipos científicos e instituciones que se juegan su historia y prestigio para encontrar algunas de las respuestas que es preciso ofrecer en esta pandemia. Y qué mejor que avanzar facilitando el avance hacia la producción industrial y distribución de productos de un proyecto que ofrece liberar su patente, impulsar el desarrollo de la industria de biotecnologías y ha buscado respuestas razonables a la seria amenaza a las vidas humanas que circula con un virus cuyo comportamiento sigue siendo una incógnita para los científicos y la sociedad.

Comentarios:

Edgar
2020-05-24 07:41:29

A propósito , en el Invima qué esperan?

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