Morris fue jefe de Prensa de Chávez y en la alcaldía de Petro conectó descaradamente el canal Capital al Canal Sur, proselitista del chavismo
Cuando en política el lenguaje se divorcia de la realidad, queda convertido en mera fraseología o sea en un lenguaje pervertido. Del revolucionario trágico al pequeño burgués disfrazado hoy de revolucionario hay un abismo. Son los llamados “héroes de la casa” que ya viejos, llevando una vida mediocre, se hacen la ilusión de que siendo duros y dogmáticos en la habitual reunión familiar siguen siendo revolucionarios de primera línea. Aquel obrero inglés protagonista de un filme de los años 60 que cuando descubre que en Inglaterra es imposible hacer una revolución marxista termina en un sanatorio mental recortando una y otra vez en papel con unas tijeritas, la hoz y el martillo. “Hay que acabar con la Derecha” me dice el que fue un importante empresario público, jubilado hoy con una altísima mesada, llevando la vida de un pequeño burgués pero que fue en su juventud un estudiante políticamente radical. A estas conductas las califica Marx como “mala conciencia pequeñoburguesa” y ha dado para muchas novelas, películas donde se analiza esta farsa. Porque una cosa es la amargura de quien anheló un mundo con justicia social, y ante la violencia de quienes presuntamente buscaban este anhelo, prefirió hundirse en el silencio y otra la de estos oportunistas que sin haber conocido la realidad, sin haberse acercado al sufrimiento de los otros, a partir de una textos tomados como el catecismo de la revolución se arrogan una superioridad moral, una supuesta ciencia infusa que de buenas a primeras les ha permitido pontificar sobre arte, literatura, feminismo, sin contar con una debida preparación intelectual. Oigan una muestra de estas tautologías de nuestros políticos de “avanzada”. Petro: “Pienso que es más feminista quien es capaz de luchar contra las condiciones de sojuzgamiento laboral y social de la mujer, como lo haría Hollman, que aceptarlas tal como lo haría Claudia. El poder de las mujeres es posible si también hay una liberación de la sociedad toda”. Claudia le responde recordándole que Hollman Morris además de la demanda de su exesposa por maltratos tiene otras tres demandas por acoso sexual. Morris fue jefe de Prensa de Chávez y en la alcaldía de Petro conectó descaradamente el canal Capital al Canal Sur, proselitista del chavismo. Petro reargumentó. “El neoliberalismo existe y está moribundo, se define como el intento de llevar al mercado a todos los espacios del ser humano no mercantiles”. ¿No es una contradicción para Petro que acepte que un familiar cercano se esté lucrando con vivienda de alto costo? Este tono en su argumentación de mesías populachero como lo define acertadamente, Catherine Juvinao, es la caricatura de los análisis de Marx, Lefevre, Bauman sobre el espacio como mercancía. ¿Cómo entonces ilustres intelectuales se ponen de rodillas ante tanta estupidez en momentos en que la defensa de nuestra precaria democracia se hace necesaria? ¿Dónde están los análisis de los equipos de Petro, de Morris, de Claudia sobre la problemática urbana de Bogotá, sobre los déficits de vivienda, la condición de las mujeres pobres, si alrededor de cada tema hacen solamente mítines demagógicos, si carecen de especialistas en planeación urbana, en transporte? ¿Morris dirigiendo batallones de venezolanas que él como madurista exilió para darles su “libertad sexual” fuera del mercado? Lo tautológico es la repetición inútil y viciosa de lo mismo y en este caso proviene de la ignorancia de estos círculos de intelectualoides que desconocen que ya estos temas han sido debatidos en otras sociedades y su enfoque no debe hacerse desde esta retórica barata sino desde la realidad del conocimiento del territorio, de las formas de vida de la ciudad, de los nuevos habitantes.